domingo, 4 de noviembre de 2007

DONDE ROMPE EL MAR, HE VISTO SUFRIR A MIS HIJAS

Tánger: un lugar donde tirarse
al mar y permanecer allí para siempre.
Donde rompe el mar, en Tánger, mi ciudad natal, en el pasado mes de agosto y concretamente a medidos del mismo, cuando mis dos hijas y yo nos disponíamos a emprender el viaje de vuelta a España, a la ciudad de Málaga donde residimos, sufrimos una nueva, y van muchas, bofetada donde más duele. Una lástima y un enorme suspenso a la gestion portuaria de Tánger . La historia se ha repetido de nuevo otra vez, calcada a años anteriores. Afrontamos gratuitamente, con resignación, decepción y profundo silencio como borregos, una aventura, una odisea viajera sin posibilidad de retorno o de abandono. Ha sido un sufrimiento, un desprecio y una sensación de frustración sin la posibilidad de poder acudir a nadie o reclamar. He sufrido en mis propias carnes un trato desagradable y vergonzoso.
Ese puerto mítico históricamente, se encuentra escaso, abandonado, desordenado, sin ningún tipo de mejoras, sin prestar el mínimo de servicios y con muy escaso trato humano. Durante las tres ultimas décadas su infraestructura y su personal laboral han demostrado no estar preparados, ni para atender la “brutal” avalancha de pasajeros, ni la masiva afluencia de vehículos. Mi último viaje no se puede llamar un viaje, sino una tomadura de pelo, un flagrante engaño y un fraude.
Mi propia experiencia me empujó a tomar la decisión de lanzar una crítica constructiva, por supuesto, rompiendo mi, hasta la fecha presente, profundo silencio para hacer un llamamiento a todas las personas a las que afecta esta mala y nefasta gestión del puerto de Tánger, especialmente a los responsables del transito de pasajeros. Se supone que todos los pasajeros que pasamos por el citado puerto no lo hacemos de forma gratuita. Estamos de turismo y de vacaciones con nuestros hijos y familiares para disfrutarlas, y no para pasar malos ratos tanto a la entrada como a la salida del puerto. La mayoría somos obreros y trabajadores, que planificamos durante todo el año este viaje que, por cierto, nos cuesta un riñón, y a cambio recibimos como premio una “paleta de mierda” en plena cara. Ojo “ y a callar”.
Estaba acompañado por mis dos hijas de nueve y siete años respectivamente. Todo empezó sobre la una de la tarde cuando llegamos al puerto de Tánger. Había que dejar el coche mal aparcado, y con todo el equipaje dentro, para ir a buscar las tarjetas de embarque. Después, por indicación de los agentes de policía, había que poner el coche en las colas de embarque para realizar los trámites aduaneros del vehículo. Una vez en cola teníamos que abandonar de nuevo el coche para sellar los pasaportes, labor que corresponde a la policía. Tardamos más de dos horas en la cola para sellar los pasaportes. Finalmente, el "rápido" o el "ferry", pudo salir a la seis de la tarde en dirección a Algeciras. ¡Que cansancio!
A bordo, he tenido que acudir a las dos únicas azafatas que había para reclamar nuestros miserables asientos. Éstas poniendo cara de sorprendidas me contestan “ que no podían hacer nada, que siguiera buscando...” y un mojón! los “salones” del barco tenían el aspecto de una patera legal, "un lleno hasta la bandera". Las dos azafatas con aspecto humilde, con una falsa seguridad, indefensas y para colmo mal vestidas daban una imagen pobre de su flamante empresa, caracterizada por su monopolio mafioso y con apoyo político. Ellas tenían una misión clara y bien definida: “vigilar el paso a la desértica primera clase”, cerrada con una simple cuerda. Hemos tenido que hacer toda la travesía de pie.
La naviera en cuestión pertenece a la famosa compañía marítima española cuyo nombre no quiero acordarme. Estoy convencido que había a bordo mas pasajeros y mas vehículos de lo permitido...No podéis imaginar el meticuloso y laborioso trabajo realizado por dos o tres geniales maquinistas, y no agentes de trafico, en el garaje del barco para aparcar el mayor numero posible de coches, motos, furgonetas, camiones, autobuses, caravanas,etc....aprovechando al máximo el espacio, pero olvidándose totalmente de dejar un paso entre los vehículos para los peatones, de tal forma que para abandonar o para recuperar nuestro coche, era necesario hacer filigranas saltando los parachoques de los vehículos. Y para intentar solucionar el problema del espacio, amén de la dificultad para abrir y cerrar del coche. Me pregunto ¿Por dónde pasan los ancianos, los minusválidos, los carritos de los bebes...?. Está claro que eso no les importa, se lo pasan por el forro de los pantalones. No tienen perdón y yo los calificaría con un contundente adjetivo: “estafadores”.
Hace falta crear una comisión de investigación y de prevención para evitar un desastre o una catástrofe, y para poner normas y condiciones de seguridad al tráfico de personas y de vehículos por el estrecho. También me pregunto ¿Cual es el motivo de ese silencio cómplice e hipócrita de los pasajeros, de los responsables, de los periodistas,…? Finalmente me pregunto ¿Por qué se le permite a una empresa, ante nuestras propias narices, ganar dinero salvajemente jugando con las vidas de seres humanos y sin respetar los mínimos y básicos derechos de la ley de comercio y transporte?
No puedo por menos concluir diciendo: ¡Despreciable!
He visto a mis hijas cantando, jugando, contentas y muy alegres de viajar durante toda aquella mañana hasta llegar al puerto, donde poco a poco fue cambiando su estado emocional, hasta que de pronto la desesperación, el aburrimiento y el cansancio se adueñaron de ellas. Empecé a ver a mis hijas sufrir y, durante seis malditas horas, pasar calor, sentir frío, soportar el viento, el hambre, el malestar, etc....No paraban de preguntarme la hora de la salida del barco así como la hora de llegada a casa, y todo debido a una mala gestión del puerto. ¡ Infrahumano!
Es injusto. Ruego y exijo, como ciudadano, cambiar y mejorar el funcionamiento global del puerto de Tánger a todos los niveles: administración, información, seguridad, aduana, trafico / circulación, embarque, agencias de viajes, asistencia sanitaria, personal de atención al cliente... así como toda una serie de servicios y prestaciones de seguridad que debe tener un puerto calificado como la puerta de África, y como uno de lo mas importantes del Mediterráneo en proporción al transito de pasajeros que soporta. Estoy convencido que tiene que haber formas, mecanismos y acciones para remediar la labor, la gestión, la atención y el trato humano de todas las personas. Hay que buscar profesionales, exigir responsabilidades y establecer objetivos.
Sería una lastima, que el próximo verano me volviera a pasar lo mismo a mí y a las miles de personas y familias como la mía. ¡Ojalá que no!. Para entonces, seria una pena que un policía ,el que vuelva de nuevo, con nuestros pasaportes en sus manos a preguntarnos cual es el motivo y el destino de nuestro viaje! Lágrimas, donde rompe el mar.

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