viernes, 10 de julio de 2009

STRAVAGANZA

Días de Topless. Todos queremos ser objetivos con los comentarios para no recurrir posteriormente a las disculpas insinuadas, y caer en la polémica. No es cuestión de que te gusten o no, ni de que te fijes o no en los esculturales cuerpos femeninos expuestos al sol, como Dios manda. Tampoco se trata de hacer la vista gorda si no te gusta tal exhibición. Estamos todos ligados, inevitablemente, a nuestro entorno tradicional y social, y no los podemos saltar a la torera así por las buenas, así que: ¡Quien la hace la paga! Por poner un ejemplo aclaratorio, no podemos eximirnos de la responsabilidad de ir con Topless en el Vaticano.

¿El Topless en la playa es lo mismo que en las piscinas? ¿Se trata de lugares públicos o privados? ¿La exhibición de los cuerpos puede tener "interés informativo"? ¿La difusión de fotos, sin consentimiento, resulta legítima? Las respuestas están ahí, y las hay para todos los gustos. Los dictámenes de las sentencias son contradictorios y ambiguos, es como la historia de quien fue primero la gallina o el huevo. ¿Cuál es la línea que separa las piscinas de los hoteles de las tumbonas de las playas? ¿Cómo se puede considerar que la vida de uno es privada dentro de un hotel y que el entorno que se ocupa en él es reservado y personal sin tener en cuenta a lo demás huéspedes y personal de servicio?, está claro o quedan como seres invisibles o deben permanecer con la boca cerradita. Así, uno puede disfrutar a lo largo y a lo ancho como “Pedro por su casa”. Como si se quedara miss mundo o una “lolita”, en la casa de Berlusconi, en pelotas, ¿eso no sería noticia? El disfrute de la playa o en la piscina en Topless es plenamente admitido en casi todos los ámbitos sociales occidentales. Pero según las últimas noticias publicadas sobre la pobre Carmina Ordóñez, ya fallecida, la mitad de la historia se desarrolla en Tanger.

Se está “meando” fuera del tiesto. La sentencia favorable de indemnizar a los herederos, por la publicación de las fotos de unas tetas famosas al aire libre, es semi-razonable. ¿Qué pensarían los integristas, los conservadores, las autoridades…de Marruecos? ¿Estarían satisfechos o no con la resolución? En principio, en Marruecos, y me centro solamente en la práctica del Topless, por no hablar de otros pecados, está prohibida, criticada, rechazada. La religión islámica prohíbe fulminantemente la desnudez pública de las mujeres. También hay que destacar que los roles masculino y femenino en Marruecos están fuertemente debatidos hoy en día. El libertinaje se esta haciendo hueco. Las mujeres turistas solitarias que se atreven con el Topless y que muestran sus intimidades en lugares públicos hasta el día de hoy, en este país deben tener un par de ovarios bien puestos, para sentirse seguras y no estar molestadas. Hasta ahora lo que prevalece es sólo, y únicamente, el sentido común. Practicar Topless en Marruecos es un riesgo, es exhibicionismo, es intrusión exuberante y nada pudorosa a la vista de multitud de ojos complejos y ajenos, ansiosos y oprimidos, de acuerdo con sus creencias tradicionales y religiosas. Suena bastante frívolo.

La verdad es que este país de Marruecos, ¡cuántas cosas tiene que aguantar, abandonándolo todo y recurriendo a la aplicación del sentido común de lo poco que queda! Pasar olímpicamente de unas tetas bronceadas en el calor del verano o pararse a disfrutar de espectáculo carnal esta concebido como una cuestión de costumbre novedosa y, por lo tanto, no es un pensamiento negativo sino todo lo contrario, mirarlas estupefacto cuando se muestran públicamente, fuera de un recinto privado, no es algo que se pueda considerar insólito, pero extraño y atrevido en tierras foráneas e impropias. La sentencia ya se ha fallado y a quien le pique que se vaya rascando. Vender el cuerpo es el oficio mas antiguo del mundo y… 30.000 euros, ¡es un buen polvo!

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