jueves, 29 de agosto de 2013

BAILAR COMO MUHAMMAD ALI.

"Bailar como una mariposa y picar como una avispa"


Muhammad Ali, es el más grande boxeador de peso pesado de la historia, cumplió recientemente 70 años, su verdadero nombre era Cassius Clay. Ali siempre decía "voy a bailar, voy a entrar al Ring y me van a ver bailar”. Y ahí estaba la esencia de su boxeo, radicaba en la movilidad armoniosa de sus piernas. 
A Ali lo tachaban de charlatán y payaso, sus palabras fueron  resonantes con una mezcla de sabiduría, soberbia, ironía y egocentrismo. Ali fue un maestro, una leyenda viva, un sueño, un deseo y para muchos hasta una visión. Hablaba con el mundo y con Dios. Quería ser el campeón de su gente, quería demostrar que se podía ser negro de otra manera y hacérselo ver a todos.
Ali bailaba a los cuatro vientos, decía antes de cada combate “vamos a bailar, sí, vamos a bailar toda la noche”. Ali representaba a América, a la América negra que soñaba con la libertad y cambio su nombre de esclavo. Su resentimiento hacia la injusticia cometida históricamente con los de su raza le empujó hacia la búsqueda  nostálgica de la África negra. Estoy convencido de que sus movimientos de piernas y sus bailoteos están inspirados de algunos bailes de sus ancestros esclavos. África fue su origen y no paro de buscarlo, debía de estar loco haciéndolo bailando y pegando. 
Durante mi última estancia en mi ciudad natal Tánger, este Agosto, paseando por la medina me tope con  los diablos rojos, un grupito humilde de Gnawa, que tocaban como los ángeles.  Me sentí y baile como Muhammad Ali.


El fenómeno musical Gnawa pertenece a una minoría étnica asentada en todo el norte de África y se extiende desde el océano Atlántico hasta el Mar Rojo y en Marruecos es donde más se asienta. Su origen está dividido en las actuales naciones como Guinea, Senegal, Mali, Níger, Chad y Sudán.
Mi curiosidad fue tal que estuve dispuesto, a sentirme anfitrión y tuve el honor de estar bailando con ellos, en calle Seyaghen de Tánger, como hacia Ali en los cuadriláteros. No me he liberado todavía de la sensación tan formidable que viví en aquellos minutos rodeado de multitud de transeúntes y turistas asomados desde los balcones del restaurante Hammadi. Sólo pensaba en el famoso baile de piernas, rítmico y formidable de Muhammad Ali.
Foto Abdellatif Bouziane

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