miércoles, 20 de diciembre de 2017

Hércules vs Tinga.


Tánger. Foto Abdellatif Bouziane. Dic.2017.

¿Hércules muere? Yo creía que estaba Vivo. Pero no. La historia de Hércules es una genialidad que avanza en el tiempo y solo superada por otra historia artificiosa la de Tinga. Para empezar, las dos leyendas están despojadas de una versión original, nos la meten dobladas. Hércules podía haber sido el novio de Tinga para toda la vida. Protagonismo y malabarismo. Los que no vivimos para verlos nos conformamos con la palabra, nada clara, “extraterrestres”. ¿A qué dedicaban el tiempo libre? Igual a relaciones obscenas, que no garanticen la continuidad de la especie. Alguien debería haberles explicado que solo sobreviven aquellos ejemplares que mejor se adaptan, porque aquí los creadores se convierten en sacrificados. Las razones de nuestras creencias inocentes se repiten durante toda la película. Necesitamos los tangerinos, un despertar.

Una sola palabra resume esta invasión de conciencias: Obedecer. Desahuciados de  imaginación mientras la ciudad sigue durmiendo. Oceanografía ignorante. Nos reímos y sabemos dónde exactamente se funden el Océano Atlántico y el Mar Mediterráneo, entre las Grutas de Hércules y el Faro de Cabo Espartel, sin importarnos nada. De todo, lo que más me fascina es nuestra gestión de la ignorancia a la mitología griega. Asignatura pendiente. Moriremos antes de conocerla adecuadamente. Puede ser una película, un libro o una anécdota, da igual. Lo bueno de un buen proceder sería: parar, rebobinar y aprender las dos historias por separado, de Hércules y de Tinga. Es una oportunidad para borrar nuestra ignorancia y volver a bañarse en sus playas. Amo los dos mares con todas mis fuerzas.

Apoteósico fue el final de la película, un giro inesperado en el guion. Un secreto, un misterio. Ni el final de Casablanca se acerca. Hércules, acalorado, se baño en Achakar a orillas del Océano Atlántico y ahí estaba ella tan bella y radiante, Tinga, la futura conquista de Hércules. Ella, la muy lista, le mando, para que se casen, una prueba de amor. Para ello, le obligo que trajera hasta el Atlántico, las aguas cálidas del Mediterráneo. El gigantón Hércules, puso un pie en cada extremo y separó los dos continentes África y Europa, dando lugar al estrecho de Gibraltar, donde se abrazan fundiéndose el Mar Mediterráneo con las frías aguas del Océano Atlántico. Tinga cambio después su nombre por Tingis y más tarde por Tánger, exigencias del guion. Un final que conquisto al público, un cierre magistral, dejándonos confundidos para siempre. Yo lo tengo grabado en mi mente. Tánger.

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