domingo, 6 de mayo de 2018

Una amante de muerte

Cherifa. Dibujo del ilustrador Avery Cassell

Creo que lo más sarcástico de nosotros es que alguien te desea la muerte. Así, sin fecha concreta. Será un milagro que acierte. No sé si la gente será dispuesta en recordarte o echarte de menos o pregunte por ti. Pero de algo tenemos que morir. Lo que deberíamos hacer es desearnos entre todos la muerte como dios manda. Y que sea mejor aún, más al azar. Jane Bowles seguro que ha vivido por encima de sus posibilidades. Ha tenido una amante como un regalo personalizado, aprovechado y de mal gusto. Debió sufrir mucho. Seguro que en el fondo deseaba morirse para dejar de existir. Así que no te extrañe que haya gente que te desea literalmente la muerte. Porque son o ella o tú. Te quiere cadáver. 

Jane Bowles y Amina Bakalia más conocida como Cherifa, caminaban a menudo cogidas de las manos por la medina de Tánger. Allí donde, en 1948 Jane la conoció. Cherifa era más joven, poco atractiva y de origen humilde. Fumaba, bebía y salía abiertamente como lesbiana. Antes de conocer a Jane, Cherifa era la única mujer en Tánger en tener un puesto ambulante en el mercado. No dejaba ningún hombre de los que trabajan allí acercarse, se defendía a sí misma con uñas y dientes llevando un cuchillo en todo momento. Se comportaba como un autentico machote. Cherifa se convirtió precipitadamente en su amante y al poco tiempo en ama de llaves y más tarde en una criatura muy posesiva y mandona. Fue una relación cruel de dependencia. Jane se enamoró adictivamente de una interesada e inhumana mujer que no tardo en despojarla del todo emocionalmente y económicamente.

Paul Bowles, así como la mayoría de sus amigos, la temían y la odiaban. Sin embargo, Jane mantuvo una relación con ella a lo largo de muchos años. Cuando Jane sufrió y cayó enferma durante un largo periodo de tiempo, estaba Cherifa a su lado. Una enfermedad que la llevo finalmente a la muerte en 1973 en un psiquiátrico de Málaga, ciudad donde fue enterrada, en el Cementerio de San Miguel. Paul Bowles generosamente y sin remordimientos asumió todos los gastos del sanatorio. Pero siempre culpaba a Cherifa por la decadencia y desgracia de Jane. Afirmaba que fue una muerte premeditada. No paraba de mencionar e insistir ante la sospecha de una intoxicación por parte de su bestial amante. Incluso llegaba a insinuar que usaba brujería y hechicería para acabar con su salud y estado mental. Paul llamaba, con toda la rabia del mundo, a Cherifa con descalificativos tales como salvaje, analfabeta, fornida campesina... 

Cherifa fue una amante de muerte y Jane una víctima. Fue una muerte para recordar, la de “cabeza de gardenia” tal como la llamaba su gran amigo Truman Capote.

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