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jueves, 8 de enero de 2015

Tchicha para el desayuno

Esta mañana un camarero me sorprendió ofreciéndome un desayuno muy especial, con un primero, una sopa caliente de cereales llamada Tchicha, una receta originaria de los bereberes de las montañas del Atlas. Tchicha es una sopa a base de Belboula (cebada molida), esta perfumada con tomillo, sencilla, exquisita y con un aroma delicado.


domingo, 2 de noviembre de 2014

El té está en la sangre

Achakar, Tánger. Agosto 2014. Foto: Abdellatif Bouziane.

“El té es La chispa de la vida” podía ser el eslogan. El té es una señal de vida, de familia y de amistad. El té es la identidad de la sociedad marroquí. El té es la nación y tradición. El té es la ceremonia. Su preparación consiste en un ritual teatral e ingenioso. Su elaboración no debe respetar ni el tiempo ni las prisas. Sus sabores mezclados y florales van ligados a su tono ámbar dorado. Su equilibrio perfecto se balancea entre su fuerza y su dulzura. El té a la hierbabuena está servido, elegante, ocupa una tetera de plata alta y se rodea de pequeños vasos adornados con dibujos ribeteados y dorados. Exige tranquilidad, hospitalidad. El té es símbolo de paz y sosiego. El té es una reseña cultural. Su amor es incuestionable hasta tal punto que se puede tomar a cualquier hora. El té es digestivo y diurético. Al té a la menta o con hierbabuena se la añade, típicamente para ampliar su espectro de aromas, otras hierbas como ajenjo, mejorana, salvia o verbena.

El té fue probablemente introducido en Marruecos durante el reinado de Moulay Ismail (1672-1727), tal vez como un homenaje de la reina Ana de Inglaterra para la liberación de un grupo de prisioneros ingleses. Pero no se hizo popular hasta mediados del siglo IXX, cuando se produjeron los cierres de los puertos bálticos durante la Guerra de Crimea (1853-1856) y los cargueros británicos se encontraron con un exceso de té traído de China. Sus esfuerzos por encontrar nuevos mercados fueron en vano y terminaron descargándolo gratuitamente en Tánger y Essaouira. El té tardo poquísimo años en ser una bebida de lujo a filtrarse en todas las clases sociales y se convirtió, junto al azúcar, en los dos productos primordiales en Marruecos desde principios del 1880. Desde entonces el té está en la sangre.

lunes, 15 de septiembre de 2014

SAFFA

Saffa es un plato increíble, lo admiro por su sencillez, es un plato que esconde, como cualquier otra receta con cierto compromiso a invitación, esfuerzo, paciencia, cariño y un guión. Por todo eso reflexioné el día en que mi tía nos sorprendió y sin avisar. Tendremos que darle las gracias porque no sabemos ni por dónde empezar, eran las ocho de la tarde, “una oportunidad de cenar ligero” comenta mi tía y añade “esta delicia se puede tomar como postre o merienda”. Mira si somos buenos, que a veces hasta lo hacemos sin querer. La hospitalidad  no se paga. Por un momento de felicidad me pregunté: “¿cómo alguien como nosotros en este mundo merece algo así?”. Era una un plato único, un festín familiar, se transmitían aires de abundancia, amor, magia e historia.

Foto Abdellatif Bouziane
Saffa o Cuscús Dulce, es un plato a base de sémola de trigo al vapor, reducida a granitos redondos. Para su elaboración hace falta según la receta de mi tía: Sémola, azúcar, mantequilla, aceite, canela en polvo, azúcar glas, almendras tostadas y como bebida; leche fría.

Foto Abdellatif Bouziane

viernes, 24 de enero de 2014

EL MEALEM DEL FARRAN (EL MAESTRO DEL HORNO)

Tánger, Junio de 2011
Esta profesión podía ser el peor y el más difícil trabajo del mundo, y a la vez, ser muy personal y admirable. Para empezar, la historia de esta profesión se distancia largamente en el olvido y su remuneración ha estado siempre, todo el tiempo, por debajo de su valía. No por nada, sino porque me parece injustamente valorada. Yo, personalmente, pongo la actitud por encima del proceso y del resultado. Es un trabajo duro, no se aprende en dos días y no permite equivocarse. Complicado, porque hay que estar al día y llevarse bien con los clientes. Esta profesión, que nunca seré capaz de hacer yo: enfrentarme a un horno de leña y hacer simultáneamente varios seguimientos personalizados para cada hogar, es uno de los criterios a valorar. Debía ser: ¡la mejor profesión del mundo! creo que hay cosas e individuos que la tienen, y espero que no la perdamos. Creo en los valores, como el sacrificio de la práctica diaria. Creo en lo que nos une, el pan recién hecho de todos los días, creo en el esfuerzo. Sé lo poco y lo fácil que cuesta meter decenas de panes en el horno y vigilar solo el tiempo del horneado, pero ¿y saber de memoria diferenciar y separar encargo por encargo? ¡Un misterio!
Creo en lo mucho que vale esta persona.

miércoles, 25 de septiembre de 2013

RESTAURANTE KASBAH DE TÁNGER

Mis dos amigos y dueños del restaurante Kasbah de Tánger, situado en el corazón de la medina, me han confesado su plena obediencia y fidelidad a la cocina marroquí. Se sienten orgullosos y entregados con esta gran apuesta, se dedican, dese hace más de 15 años a pintarnos las mesas de colores, a hacernos esperar impacientes los platos, nos enseñan el extracto de la tradición y el buen hacer gastronómico marroquí, nos sorprenden y a veces nos trasladan a soñar con el pasado entre el oriente y el mediterráneo.


Cuando el pasado Agosto visité, la medina de Tánger, he tenido la oportunidad de conversar largo y tendido con ellos, mientras hacía fotos y más tarde deguste su cocina marroquí. Una cocina casera y tradicional. Una cocina elaborada y muy sencilla, una cocina que evoca misterio y fascinación, una cocina para explorar sabores, aromas,  texturas, colores y contrastes, una cocina que combina alegremente lo dulce y lo salado. Es un auténtico ritual que caracteriza la vida familiar marroquí. Ellos se empeñan en que te lleves un recuerdo inolvidable de su restaurante y que disfrutes comiendo de manera distinta y exótica.

Los platos, los presentan en cascada a los comensales venidos de todos los rincones del mundo. Primero las ensaladas, la pasta de hojaldre con aroma de canela, la Harrira. Después el Tajin, los guisos especiales de pollo o cordero, la Pastela, los pinchitos, y sin duda el más emblemático, el Cuscus. Los postres naturales, ni te cuento, los dulces y el ritual del Té ponen el broche final a esta fiesta gastronómica.


Tengo que confesar que nadie me ha presionado a la hora de ejercer mi voto, solo hago caso a mi sentido y a mi humilde saber, no soy un experto en cocina, pero he asistido y vivido varias actuaciones gastronómicas. Es lógico y creativo hacer crítica y ser justo, la cocina del restaurante Kasbah no es ni pretende ser vanguardista, es una cocina sin perjuicios, es por los cuatro costados familiar y cotidiana. Bajo mi punto de vista sólo falta adornarla y presentarla con una historia y una explicación descriptiva aplicada al origen de cada plato y  eso lo que se llama una gastronomía con presencia y esencia. No se trata solamente de ser hospitalario y amable o de complicarle la existencia al cliente contándole anécdotas y chistes si no al revés, la gastronomía marroquí debe ir mano a mano con su  cultura y su filosofía.


Uno de los dos socios me comentó despidiéndose, que normalmente va vestido de manera tradicional pero que aquel día se lo olvidó el traje en casa. Os invito a comer en el restaurante Kasbah en la medina de Tánger en la calle gzenaya nº 7.

“Otros Rostros” viaja a México

En relación con mi última exposición titulada “Otros Rostros”, mi amigo Mehdi Mesmoudi se atrevió en incluir mis obras en un artículo dentro...