martes, 14 de mayo de 2013

EL ULTIMO CURRÍCULUM DE DOÑA ESPERANZA

Nos queda su Tragaluz en la memoria, su recuerdo en cada momento y su grito de Esperanza.
Por deseo de mi amigo Mustafa Akalay, se publica el ultimo Currículum de nuestra Tita, nuestra Esperanza. Es la prueba de su experiencia educacional, laboral y vital, es un documento lleno de capacidad y de cualificación  y es una  presentación clara y eficaz de una de las más bellas profesiones de la humanidad.
Madre mía, Mustafa, no podía ser en otra fecha, tenía que ser en su ausencia. Juro que estoy en blanco, te aseguro que la llamaran porque se lo merece, debería ser su soñada alegría. Yo, me siento orgulloso de este ultimo currículum, que lo reenvió de nuevo a sus amigas y amigos, como prueba de su deuda con la vida, de su dedicación al trabajo y su amor a las flores regaladas. 
Esperanza aprendió sola a ordenar su oficio, a controlar su ilusión de tener a un gran familia. Aprendió sola a despedirse de la única forma que existe comunicando lo que uno sabe hacer, que no tiene nada que ver con hablar. Aprendió a callar.








1 comentario:

  1. Hablar de Tita es sin duda hablar de nuestra segunda casa "El Tragaluz", la casa de Tita y la casa de todos aquellos los que hemos pasado por allí, porque ella como gran maestra de ceremonias sabía cómo hacer para que te sintieras acogido, conseguía hacerte sentir una más de esa gran familia que formamos los antiguos clientes de su restaurante, y más que clientes amigos porque como ella solía decir: "cocinaba para amigos no para clientes". Aún me parece recordar con un esbozo de sonrisa como sus quejas se hacían oir más allá de los fogones, pero ella por muy atareada que se pudiese encontrar siempre tenía un momento para sentarse a la mesa junto con sus clientes, sus amigos, y contar algunas veces anécdotas curiosas, otras algún que otro buen consejo o incluso alguna que otra regañina (no inmerecidamente, seguro), porque el suyo no era un restaurante al uso, era su casa cuyas puertas nos abría de par en par.
    Ahora Esperanza descansa, todos nosotros la echamos de menos, pero seguro que allí donde esté nos observa con esa mirada dulce, cansada y pícara con la que observaba el mundo desde sus fogones.
    No te olvidamos Tita.

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