Samuel L. "Roxy" Rothapfel (1882-1936), se apodaba Roxy debido, y fruto, a que fue una estrella, un famoso bailarín, un brillante Show Man y, por meritos propios, fue también un destacado empresario que en 1927 mando construir un cine al que bautizó con su nombre artístico “Roxy”: el inolvidable “Roxyettes Theater”. Con mas de 6000 localidades se convirtió años después en "El Rockettes Theater", más tarde en “Radio City Music Hall” de Nueva York y, finalmente, en una de las salas de cine las mas grandes del mundo. El nombre de Roxy desde entonces ha aparecido en multitud de pequeños teatros y cines a lo largo de numerosas ciudades alrededor del mundo.
En el Tánger internacional, allá por los años 50, nació en la calle, que actualmente no se llama Fernando de Portugal, un cine que adoptó el nombre de Roxy. Un edificio singular de formas redondas. Su arquitectura se caracterizó por un antiguo estilo barroco, una decoración colosal, así como unas columnas y cantos dorados, a veces con exceso. El cine Roxy de Tánger se llenaba por las tardes de cinéfilos. Eran días de cine, de fiesta. Los amigos, los espectadores se citaban, se aglomeraban en el hall, conversaban y allí era donde realmente empezaba la ceremonia, mientras esperaban ansiosos e impacientes zambullirse en la oscuridad. Era una verdadera cita con el 7º arte. De repente entraba el señor Barakat, el mismísimo dueño, susurrando: “apagar los cigarros, hagan el favor, que empieza la función”.
Hacer una crítica actual a la situación de los cines tangerinos puede ser laborioso y poco productivo debido a la complejidad de sus respectivas existencias y subsistencias. Hay que hacer una lista, repasar los escenarios, detenerse en los fracasos, constituir un jurado y llamar a testificar a los directores, a los guionistas, a los productores y a los “pobres” nuevos dueños que, probablemente, no tienen ni puñetera idea del producto... Podía ser una carnicería. Podía haber premios al peor guión, peor director, peor realizador, peor actor... Podía haber, ¿por qué no?, para rematar la faena, mención especial al peor público. No sabéis lo alegre que podría ser, yo, en esta gala final con la entrega de los merecidos premios. Por supuesto, yo no gano nada pero me siento culpable por no haber hecho nada hasta el día de hoy. No es una falta de respeto. Me pregunto, ¿dónde está el merito que mucha gente ha dedicado a lo que nos toca ahora? Uno no puede ser imparcial y hacer el payasete de circo renegando el fracaso. Mi amigo Anouar Majid me decía que los auténticos tangerinos no sólo deben limitarse a criticar, sino que tienen que actuar.
Actualmente, el Cine Roxy es el reflejo de una historia olvidada. Es como el abandono de una estrella, es como la historia triste del hombre que vendió a su hijo. Me siento absurdo cuando lo pienso, una cacofonía de preguntas irrelevantes me invade y puedo resumir en una: ¿por qué hemos decapitado nuestro cine Roxy? Yo no lo entiendo, siempre ha habido críticos y profesionales, personas honestas que podrían responder y explicar esta fúnebre historia. Yo estoy molesto por este choque brutal de culturas occidental y magrebí, analizando la situación de los cines en Tánger. La programación de las películas dejó de ser lo que fue y cambió radicalmente. El público asistente a las salas ya no es el mismo. Para atraer más público y hacer suculenta caja, los nuevos inquilinos eran y son capaces de todo. Los hábitos se han transformado fruto de la puta globalización. Y una nueva y arrolladora industria cinematográfica tercermundista se instaló. El cine en Tánger ya había dejado de recibir las críticas y perdió la posibilidad de prosperar. No estoy hablando de la producción y la prosificación de nuestro cine nacional, sino de la dejadez de nuestras salas de proyección.
Fue una torpeza y un fracaso; un error inolvidable. Demasiado rápido se instaló, durante los años 60, el furibundo “Mundo de Bollywood” y del “Spaghetti Western”. Un cine mediocre, de serie C, invadió nuestras salas y se intercaló entre nuestros diálogos y nuestra cultura, en definitiva en nuestras vidas y nuestro pasado. Unos particulares subgéneros con historias repetitivas, estética sucia, personajes carentes de moral y dotados de músculos y porsupuesto alta dosis de dureza y violencia, casi nada. Fue un engaño y un obsceno negocio, que pena.
Resulta que las cosas más maravillosas que han pasado en la vida de Tánger no sirven para nada. Me pongo cursi, sí, pero… si alguien puede, que me diga para qué sirve una sala de cine con el apedido "Roxy". Yo, personalmente, pensándolo, terminé creyendo ciegamente en nuestro fracaso, circunstancia que forma parte de nuestras vidas y de todas las personas, nos guste o no. Pero, es necesario diferenciar entre equivocarse y que te la metan doblada. Lo peor es que persiste lo segundo. Equivocarse es humano y rectificar de sabios.
Actualmente, el Cine Roxy es el reflejo de una historia olvidada. Es como el abandono de una estrella, es como la historia triste del hombre que vendió a su hijo. Me siento absurdo cuando lo pienso, una cacofonía de preguntas irrelevantes me invade y puedo resumir en una: ¿por qué hemos decapitado nuestro cine Roxy? Yo no lo entiendo, siempre ha habido críticos y profesionales, personas honestas que podrían responder y explicar esta fúnebre historia. Yo estoy molesto por este choque brutal de culturas occidental y magrebí, analizando la situación de los cines en Tánger. La programación de las películas dejó de ser lo que fue y cambió radicalmente. El público asistente a las salas ya no es el mismo. Para atraer más público y hacer suculenta caja, los nuevos inquilinos eran y son capaces de todo. Los hábitos se han transformado fruto de la puta globalización. Y una nueva y arrolladora industria cinematográfica tercermundista se instaló. El cine en Tánger ya había dejado de recibir las críticas y perdió la posibilidad de prosperar. No estoy hablando de la producción y la prosificación de nuestro cine nacional, sino de la dejadez de nuestras salas de proyección.
Fue una torpeza y un fracaso; un error inolvidable. Demasiado rápido se instaló, durante los años 60, el furibundo “Mundo de Bollywood” y del “Spaghetti Western”. Un cine mediocre, de serie C, invadió nuestras salas y se intercaló entre nuestros diálogos y nuestra cultura, en definitiva en nuestras vidas y nuestro pasado. Unos particulares subgéneros con historias repetitivas, estética sucia, personajes carentes de moral y dotados de músculos y porsupuesto alta dosis de dureza y violencia, casi nada. Fue un engaño y un obsceno negocio, que pena.
Resulta que las cosas más maravillosas que han pasado en la vida de Tánger no sirven para nada. Me pongo cursi, sí, pero… si alguien puede, que me diga para qué sirve una sala de cine con el apedido "Roxy". Yo, personalmente, pensándolo, terminé creyendo ciegamente en nuestro fracaso, circunstancia que forma parte de nuestras vidas y de todas las personas, nos guste o no. Pero, es necesario diferenciar entre equivocarse y que te la metan doblada. Lo peor es que persiste lo segundo. Equivocarse es humano y rectificar de sabios.
Nuestras inolvidables y legendarias salas no deben ser degeneradas y relegadas. ¡En nombre de todos!, no debemos privar a nuestras futuras generaciones de la historia y magia que, durante muchos años, han saboreado nuestros cines.
yo estuve varias veces en el roxy con mi madre generalmente visionábamos películas francesas ó inglesas con subtitulos allá por los años 50, me emocionaba siempre el ir a esa sala apenas tenia siete años, para mi fue una experiencia imborrable.
ResponderEliminarHola, No estoy de acuerdo en que las películas en el cine Roxi fuesen en otro idioma diferente al castellano.
EliminarPrecisamente en los años 50 yo tenía entrada libre a este cine y es que mi hermana trabajaba en él. Las películas eran siempre habladas en español al igual que en la mayoría de los cines de Tánger.
El cine Roxy se proyecto en un principio como teatro,pero al final el promotor decidio que la inversión de dicha sala seria mas fructifera si fuese un cine.Fue uno mas de los capitales que huyeron de españa a finales de los 40 para invertirlos en un Tanger internacional.Y así se hizo a principios de los años 50`,cuyo dueño fue el sr. Menendez,un rico y alto funcionario del ministerio de industria en Madrid,pasando con posterioridad a mi padre Carlos Fuentes Hernandez desde el año 57 hasta Abril del año 1971.
ResponderEliminarLa sala fue decorada con escayolistas y pintores venidos de Valencia siendo profesionales de avalado prestigio de la epoca.Con la llegada de la independencia los negocios en manos de extranjeros fueron cada vez mas dificiles de llevar en un pais donde los nuevos colonos eran peor que sus predecesores,por tal motivo muchos negocios que fueron prosperos y fructiferos acabaro en decadentes y caducos.
YO también recuerdo con cariño a este CINE de sillones o butacas rojas y doradas. Allí, junto a mi madre, disfruté de LO QUE EL VIENTO SE LLEVÓ. Por cierto la foto que aparece en esta web del cine Roxy la saqué yo hace por lo menos 40 años.
ResponderEliminarYo también, en los años cincuenta, solía ir al cine roxi. Entraba gratis pues, una de mis hermanas trabajaba en el de taquillera. Recuerdo la película las minas del rey salomón.
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