Los protagonistas, Tom Hiddleston y Tilda Swinton en la Casbah de Tánger. |
Vampiros tendidos en su refugio de Tánger con elegancia. “Sólo los amantes sobreviven” (2013), la película melancólica de Jim Jarmusch nos propone la inhabilitación del tiempo y del espacio. Es una historia Underground, de culto, de rock, de literatura y de música clásica. Es la historia de un extraño amor de vampiros fascinados por la eternidad. Son vampiros cultos, que se niegan a matar para vivir y prefieren alimentarse clandestinamente con sangre. La película deja claro que los vampiros son humanos y llenos de sabiduría y quieren vivir y ser felices antes y después, y eso requiere sangre y sacrificios. Quieren vivir donde están los recuerdos, la nostalgia y el dolor. Tal resentimiento les arrastra al alejamiento y el desengaño. Amantes de la noche, solitarios, noctámbulos, sobreviven al terror. Transitan en las calles de un ruinoso Detroit y curiosamente en un Tánger enfadado y vital a la vez. Una historia de amor bellísima, un homenaje a la ficción y el disimulo. Caras armoniosas y pálidas a pesar del calor de la sangre. Se trata de vampiros insólitos, perversos y al mismo tiempo, románticos. Una contradicción que convierte a cualquier antes en un después. Su único gran defecto es que siempre estuvieron ahí poniendo cada día a prueba la vida y la muerte.
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