Giuseppe Garibaldi nació el 4 de julio de 1807 en Nizza actualmente ciudad francesa. Hijo de un pescador, pasó toda su juventud de marinero, navegando. En 1831 tomó la decisión de continuar la carrera del mar. Un año más tarde obtiene la licencia de Capitán de Segunda Clase, hecho que lo marcaría durante toda su vida. Giuseppe Garibaldi cumplió, el pasado mes de julio, 200 años sin poder realizar, personalmente su sueño y aspiración: una Italia unida y con un gobierno único, con sede en Roma. En varias ciudades y países del mundo como en Montevideo, New York, Paris, Italia, Perú, Argentina...etc. se llevan a cabo homenajes, celebraciones, conferencias, conmemoraciones y exposiciones relacionadas con el bicentenario de Giuseppe Garibaldi. Internet está plagado de noticias, textos y datos históricos al respecto, muy dispares y contradictorias sobre su verdadera personalidad.
Los hombres que marcaron el paso de la historia dejaron huella para la humanidad con sus pensamientos, sus ideologías y sus palabras, pero, sin duda alguna, Giuseppe Garibaldi fue un auténtico revolucionario y quien abrió, por primera vez, el camino de la lucha de los pueblos y las naciones. A Garibaldi le debemos el color rojo como identificativo de los revolucionarios del mundo, así como la primera fuerza popular, organizada militarmente, en la lucha por la justicia social y la independencia de los pueblos del mundo.
Muchos aventureros cruzaron mares, desiertos y selvas para llegar a lugares nunca imaginados ni conocidos, cada uno en busca de un sueño, pero pocos han llegado tan lejos en su anhelo de libertad como Garibaldi. Combatiente fiero y tenaz luchó por la independencia y la libertad de los pueblos a través de sus interminables viajes . Antes y después, Giuseppe Garibaldi luchó en Perú, en México, en la guerra Austro-Prusiana, en Tánger con su tropa al servicio de Hussein Bey, vendía armas en China, recorría Nueva York, Inglaterra, etc. De ahí sus apodos de “Héroe de dos mundos” y de “Romántico aventurero”. Elegantes eufemismos con los que se trata de enmascarar su condición de mercenario y pirata.
Giuseppe Garibaldi era ingenuo en política, de ahí que lo califico la historia de ”Militar y hombre político italiano”. Era un personaje sumamente controvertido, sus acciones, y su figura, siempre fueron elogiadas y oscurecidas desde su juventud. Por un lado, tachado de héroe que dedicó su vida a combatir por la libertad y la justicia, herido varias veces de gravedad, hecho prisionero, capturado e incluso torturado, y por otro lado, ser un héroe buscado, condenado a muerte, obligado a huir, a dejar morir a su mujer a punto de parir, o de ser esclavista, imbécil, vago, saqueador y bandido hasta tal punto, que sus buques navegaban a ras del agua debido al peso de las mercancías expoliadas. En conclusión era un aventurero afortunado en vida, y después de muerto, por lo que su historia queda atrapada entre dos fuegos. A veces pobre a veces rico. A veces subordinado y otras gobernador y general. Fue pirata y capitán en Montevideo. Agitador y maestro en evasiones, siempre huyendo. Garibaldi se ganó los motes de “Chacal pirata” o de “Chacal de los tigres anglo franceses” para quienes trabajaba, por sus siniestras invasiones y brutales ataques. También le constan otros motes como “Don Giuseppe” o “Pane”, con este último se lo conocía en las sectas masónicas de Mazzini, entre las que se integraba. Por este apasionante recorrido fue llamado también “Héroe de dos mundos” por el liberalismo masónico. Para demostrar todo este recital de cualidades tan opuestas no hay más que remitirse a la documentación de los protagonistas y a los escritos de los verdaderos historiadores, y a sus propias memorias.
La fama, al final, le llego a través de sus hazañas victoriosas en Uruguay. Así que no dudó en cruzar el Atlántico y volver a Europa, a la aún desmembrada Italia -en muchos de cuyos salones la noticia del momento era el buen hacer de Giuseppe Garibaldi como militar estratega y luchador con ideales-. Se jugó la vida continuamente por defender las causas por las que luchaba armas en mano. Mantuvo en alto las banderas de la democracia, el progreso y la felicidad de los humildes. Dos siglos después de haber nacido sigue siendo el emblema humano de lo mejor de los italianos. Hoy Giuseppe Garibaldi, con todas las contradicciones históricas, es un héroe nacional italiano y una leyenda en dos continentes. Me pregunto si se lo merece, si es plausible la grandeza adquirida después de muerto.
De viejo se quedó en una precaria situación económica, debiendo ser sostenido por su familia. El 2 de junio de 1882, anciano y cansado, le sorprendió la muerte durante un caluroso mes de julio, a los 75 años. Aunque quizá no era plenamente consciente, se había convertido, para siempre, en una leyenda, en un personaje mítico, en un navegante, en un guerrillero, en un luchador, en un revolucionario, en un aventurero y en un escritor de poemas y novelas.
Muchos aventureros cruzaron mares, desiertos y selvas para llegar a lugares nunca imaginados ni conocidos, cada uno en busca de un sueño, pero pocos han llegado tan lejos en su anhelo de libertad como Garibaldi. Combatiente fiero y tenaz luchó por la independencia y la libertad de los pueblos a través de sus interminables viajes . Antes y después, Giuseppe Garibaldi luchó en Perú, en México, en la guerra Austro-Prusiana, en Tánger con su tropa al servicio de Hussein Bey, vendía armas en China, recorría Nueva York, Inglaterra, etc. De ahí sus apodos de “Héroe de dos mundos” y de “Romántico aventurero”. Elegantes eufemismos con los que se trata de enmascarar su condición de mercenario y pirata.
Giuseppe Garibaldi era ingenuo en política, de ahí que lo califico la historia de ”Militar y hombre político italiano”. Era un personaje sumamente controvertido, sus acciones, y su figura, siempre fueron elogiadas y oscurecidas desde su juventud. Por un lado, tachado de héroe que dedicó su vida a combatir por la libertad y la justicia, herido varias veces de gravedad, hecho prisionero, capturado e incluso torturado, y por otro lado, ser un héroe buscado, condenado a muerte, obligado a huir, a dejar morir a su mujer a punto de parir, o de ser esclavista, imbécil, vago, saqueador y bandido hasta tal punto, que sus buques navegaban a ras del agua debido al peso de las mercancías expoliadas. En conclusión era un aventurero afortunado en vida, y después de muerto, por lo que su historia queda atrapada entre dos fuegos. A veces pobre a veces rico. A veces subordinado y otras gobernador y general. Fue pirata y capitán en Montevideo. Agitador y maestro en evasiones, siempre huyendo. Garibaldi se ganó los motes de “Chacal pirata” o de “Chacal de los tigres anglo franceses” para quienes trabajaba, por sus siniestras invasiones y brutales ataques. También le constan otros motes como “Don Giuseppe” o “Pane”, con este último se lo conocía en las sectas masónicas de Mazzini, entre las que se integraba. Por este apasionante recorrido fue llamado también “Héroe de dos mundos” por el liberalismo masónico. Para demostrar todo este recital de cualidades tan opuestas no hay más que remitirse a la documentación de los protagonistas y a los escritos de los verdaderos historiadores, y a sus propias memorias.
La fama, al final, le llego a través de sus hazañas victoriosas en Uruguay. Así que no dudó en cruzar el Atlántico y volver a Europa, a la aún desmembrada Italia -en muchos de cuyos salones la noticia del momento era el buen hacer de Giuseppe Garibaldi como militar estratega y luchador con ideales-. Se jugó la vida continuamente por defender las causas por las que luchaba armas en mano. Mantuvo en alto las banderas de la democracia, el progreso y la felicidad de los humildes. Dos siglos después de haber nacido sigue siendo el emblema humano de lo mejor de los italianos. Hoy Giuseppe Garibaldi, con todas las contradicciones históricas, es un héroe nacional italiano y una leyenda en dos continentes. Me pregunto si se lo merece, si es plausible la grandeza adquirida después de muerto.
De viejo se quedó en una precaria situación económica, debiendo ser sostenido por su familia. El 2 de junio de 1882, anciano y cansado, le sorprendió la muerte durante un caluroso mes de julio, a los 75 años. Aunque quizá no era plenamente consciente, se había convertido, para siempre, en una leyenda, en un personaje mítico, en un navegante, en un guerrillero, en un luchador, en un revolucionario, en un aventurero y en un escritor de poemas y novelas.
Estoy “flipando”, no entiendo nada, por esta regla de tres aquí vale todo. ¿Tenemos que celebrar los centenarios de Giuseppe Garibaldi, un saqueador y un vándalo quien desarrollaba, sin importarle nada, su cruel codicia y lujuria asaltando brutalmente comercios y casas de familias humildes bajo el pretexto de la revolución de los pueblos -según sus propias memorias- y echando la culpa por utilizar la violencia a lo difícil que era mantener la disciplina? El resultado era todo lo contrario, la represión, el desorden, la falta de ética, y para colmo, casi siempre para celebrar sus victorias, los mercenarios terminaban las faenas con orgías y borracheras, incluso dentro de iglesias. Aquí no valen las disculpas ni hacer vista gorda. Me resulta difícil creer ¿Cómo pueden pueblos, asociaciones, ayuntamientos, embajadas...etc. reunirse y celebrar tal cumpleaños? A mi se me han quitado las ganas, y me vienen a la cabeza nombres de criminales como Milosevic ex presidente de la Federación Yugoslava, Mussolini, Hitler, Pol Pot, Ceaucescu, el ex dictador iraquí Sadam Husein...etc. Algunos fueron condenados a muerte, mientras otros murieron en extrañas y sospechosas circunstancias. Todos fueron encontrados culpables de "crímenes contra la humanidad". Somos unos hipócritas, “tontos” hasta tal punto de crear una escala moral para descalificar o justificar hechos tan indignantes como acabar con la vida de seres humanos.
Actualmente, el listado negro de los tiranos, mercenarios y criminales, que gozan del poder absoluto en sus respectivos gobiernos, es interminable. Pido a Dios que no cumplan más años. ¡Que se mueren ya!
Actualmente, el listado negro de los tiranos, mercenarios y criminales, que gozan del poder absoluto en sus respectivos gobiernos, es interminable. Pido a Dios que no cumplan más años. ¡Que se mueren ya!
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