Autorretrato, 1967. Óleo sobre cartón, 37 x 19 ctm. Firmado Fuentes 67 ángulo inferior derecho y anagrama ángulo inferior izquierdo.
En el corazón de la medina de Tánger, muy cerca de la casa de mis abuelos maternos, exactamente junto a la plaza de los Aissaguas y la Mezquita Nueva, residía el gran pintor Antonio fuentes. Un pintor solitario, distante y de aspecto descuidado. Jamás lo vi hablar o pararse en aquellos callejones de la medina. Solía salir y entrar, sin dirigir ni palabra ni expresión a nadie, estaba siempre en constante movimiento. Por su pequeña casa/estudio pasaron intelectuales, personas famosas e insólitas de la talla de la princesa Marta Ruspoli y Paul Bowles, William Borroughs y Susan Sontag....
Antonio Fuentes nació en el “Hotel Fuentes” un 9 de octubre de 1905, en el mismo hotel donde Camille Saint-Saëns compuso su “Danza Macabra”, en el mismo Zoco Chico que pintaron Delacroix, Fortuny, Tapiró, Van Rysselberghe, Iturrino o Matisse, entre otros.
Su familia regentaba aquel histórico hotel, situado en pleno Zoco Chico. Era un punto de reunión y de conexión de los intelectuales en Tánger. Allí Antonio Fuentes se inició en la pintura. Comenzó de niño pintando en las mesas de mármol del Café Fuentes y, a veces, lo hacia encerrado en la azotea. De temprana edad, de jovencito, presentó sus primeras obras bajo el título de “Estudios de Desnudos”. Lo tacharon de extraño artista adolescente. Con el apoyo de su madre, y hambriento de nuevos horizontes, se marchó a París donde nada más llegar se empapó su modernidad, y tuvo la inmensa fortuna de conocer a Picasso. Después recaló en Roma donde sobrevivió de caricaturista... Con el paso del tiempo volvió a la ciudad que le vio nacer, volvió a su Zoco chico con un arsenal cultural y artístico lleno de modernidad y de extravagancia. Desde entonces se sumergió para siempre en una singular soledad, en su casa/estudio, que le llevo finalmente al olvido. Siempre en su soledad, aparentemente ajeno al ajetreo de la vida social de Tánger con la que no necesitó relacionarse. En sus últimos 20 años, el artista se negó a exponer y a vender. Antonio Fuentes se quedó atrapado por la magia de su ciudad natal, como lo hicieron Delacroix, Matisse, Fortuny, Iturrino... Una Tánger de gloria, cosmopolita y viciosa, entre los años 40 y los 60.
En el corazón de la medina de Tánger, muy cerca de la casa de mis abuelos maternos, exactamente junto a la plaza de los Aissaguas y la Mezquita Nueva, residía el gran pintor Antonio fuentes. Un pintor solitario, distante y de aspecto descuidado. Jamás lo vi hablar o pararse en aquellos callejones de la medina. Solía salir y entrar, sin dirigir ni palabra ni expresión a nadie, estaba siempre en constante movimiento. Por su pequeña casa/estudio pasaron intelectuales, personas famosas e insólitas de la talla de la princesa Marta Ruspoli y Paul Bowles, William Borroughs y Susan Sontag....
Antonio Fuentes nació en el “Hotel Fuentes” un 9 de octubre de 1905, en el mismo hotel donde Camille Saint-Saëns compuso su “Danza Macabra”, en el mismo Zoco Chico que pintaron Delacroix, Fortuny, Tapiró, Van Rysselberghe, Iturrino o Matisse, entre otros.
Su familia regentaba aquel histórico hotel, situado en pleno Zoco Chico. Era un punto de reunión y de conexión de los intelectuales en Tánger. Allí Antonio Fuentes se inició en la pintura. Comenzó de niño pintando en las mesas de mármol del Café Fuentes y, a veces, lo hacia encerrado en la azotea. De temprana edad, de jovencito, presentó sus primeras obras bajo el título de “Estudios de Desnudos”. Lo tacharon de extraño artista adolescente. Con el apoyo de su madre, y hambriento de nuevos horizontes, se marchó a París donde nada más llegar se empapó su modernidad, y tuvo la inmensa fortuna de conocer a Picasso. Después recaló en Roma donde sobrevivió de caricaturista... Con el paso del tiempo volvió a la ciudad que le vio nacer, volvió a su Zoco chico con un arsenal cultural y artístico lleno de modernidad y de extravagancia. Desde entonces se sumergió para siempre en una singular soledad, en su casa/estudio, que le llevo finalmente al olvido. Siempre en su soledad, aparentemente ajeno al ajetreo de la vida social de Tánger con la que no necesitó relacionarse. En sus últimos 20 años, el artista se negó a exponer y a vender. Antonio Fuentes se quedó atrapado por la magia de su ciudad natal, como lo hicieron Delacroix, Matisse, Fortuny, Iturrino... Una Tánger de gloria, cosmopolita y viciosa, entre los años 40 y los 60.
Tánger - ca. 1945. Óleo sobre cartón, 53 x 77 ctm. |
Antonio Fuentes pintó, como ya he comentado al principio su colección “Estudio de Desnudos”, pero también es muy conocida la serie denominada “Flamencos”, que pinto en su estudio de Paris, en 1928, dedicada a los ballets españoles. Durante su estancia en Florencia y Roma pintó “Ilustraciones” para la prensa española de Bellas Artes. Pintó un Retrato/Caricatura de S.M. don Alfonso XIII, que dio la vuelta al mundo. Pintó Caricaturas para la revista cultural La Semaine de Paris. Pintó, entre los años 40 y 50, “Escenas Tangerinas”. Pintó “Catedrales”, “Autorretratos”, “Abstracciones” y “Frottages”. Pintó a García Lorca... Antonio Fuentes pintaba y dibujaba el mundo que le rodeaba, y lo hacia deformándolo irónicamente. Todo para él eran contrastes deslumbrantes de luces blancas y sombras violentas. Su pintura estaba llena de colores. Su pintura, sin precedente, trataba a las masas y el urbanismo. Su pintura era dinámica como las mareas que se mueven armónicamente, como los mares que rodean su ciudad natal.
Desde su vuelta a Tánger, al finalizar la 2ª Guerra Mundial, a su casa/estudio de la medina, muy raramente expone y sólo lo hace cuando grandes amigos o instituciones le convencen para ello. En 1964, Fuentes expone con gran éxito en Venecia. En 1965, inaugura en la Asociación Nacional de Bellas Artes de Marruecos en el Palacio de la Mamounia de Rabat, la primera de las exposiciones de pintores extranjeros residentes en Marruecos. En esta exposición presenta “ Las Catedrales”,“ con contenido y carácter literario, mágico y metafísico. En 1966, en la Galería Quixote de Madrid, expone sus “Escenas Tangerinas ” logrando con ello el asombro generalizado de la crítica. En 1971, Antonio Fuentes expone en la Biblioteca Española de Tánger. En 1972, expone en la Galería Jean-Pierre Olivier de París una selección de sus obras, abarcando 40 años de producción (1925–1965). A partir de esta exposición se produce el aislamiento definitivo de Antonio Fuentes. Se dedica por completo a la meditación y su obra se centra en la Abstracción que culmina con la serie de los Frottages de 1990, a la avanzada edad de 85 años.
Desnudo - ca. 1935. Técnica mixta sobre papel, 37 x 43 ctm. Firmado Fuentes ángulo inferior derecho. |
En la década de los noventa el Consulado General de España en Tánger le propone convertir su casa en el Museo Fuentes, así como realizar una Exposición Antológica Itinerante acompañada de una catalogación general de su obra, cuyo catálogo fotográfico estaría compuesto por más de 450 obras repartidas en importantes colecciones privadas de todo el mundo: América del Sur, Estados Unidos, Europa hasta Arabia Saudita. Fuentes rehúso ambas propuestas y terminó recluido en su particular soledad y olvidado por sus amigos y familiares. Lamentablemente, recurrió a dejar pasar a gente ajena y desconocida a su estudio para malvender algunas de sus pinturas con el fin de poder pagar sus gastos diarios, y sobrevivir. Cuentan que, cuando lo trasladaron al hospital, por última vez, miembros de una familia marroquí forzaron la débil puerta de su casa/estudio reivindicando la propiedad del inmueble, llevándose una gran multitud de su obras: una verdadera tragedia y desgracia.
En sus últimos años se dedicó a plasmar, en una escritura casi automática, todos sus recuerdos. Antonio Fuentes muere en el Hospital Español de Tánger el 25 de julio de 1995. No consintió en abandonar su casa/estudio de la medina hasta un día antes de su muerte.
En sus últimos años se dedicó a plasmar, en una escritura casi automática, todos sus recuerdos. Antonio Fuentes muere en el Hospital Español de Tánger el 25 de julio de 1995. No consintió en abandonar su casa/estudio de la medina hasta un día antes de su muerte.
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