jueves, 8 de mayo de 2008

¡HAY CRISTIANOS EN LA COSTA!

Segunda vivienda en Marruecos.Desde los 90, y hasta el día de hoy, cientos de promotoras españolas, sin cesar, no han dejado de desembarcar en el reino de Marruecos. Lo han hecho de forma masiva en el litoral costero del norte de Marruecos con el único objetivo de invertir en sus tierras y construir viviendas, si bien eso a nadie deja indiferente. Este mercado inmobiliario despierta cierta desconfianza y recelo por parte de unos, mientras que para otros es un gran negocio. Este boom de la perspicacia de empresas españolas, con las presiones de los lobbies y financieros franceses y con las tensiones recientes políticas entre España y Marruecos, no han logrado retraer estas inversiones.


Todo apuntaba a que el avance económico, la situación política progresiva, la evolución y el desarrollo de Marruecos y el crecimiento demográfico fomentarían la promoción de viviendas y captarían tanto el turismo local como el internacional. Señores, la partida, por tanto, estaba servida. Un huracán inmobiliario como el que devastó las playas españolas en los años setenta y lo sigue haciendo en estos últimos años, se propone extender en este país para azotar con la misma fuerza demoledora los litorales marroquíes. Han dado en la diana y están explotando sus costas vírgenes, para unos con el beneplácito hospitalario de intereses económicos, disfrazados bajo la creación de mano de obra que mejorará el estado de bienestar del pueblo magrebí, el fomento de la cultura, del ocio y la movilidad de capitales escalofriantes, mientras que para otros únicamente supone una ejecución apoteósica con la fundada esperanza de forrarse sin escrúpulo alguno.

Sin lugar a duda “El Dios Cemento”, llamado también “El Rey Pulpo”, en pocos años, ha comenzado a cambiar muchos alrededores de varias capitales costeras. Se trata indiscutiblemente de un atropello arbitrario consumado. Me pregunto: ¿Qué razones empujan los europeos a construir o adquirir una vivienda en las playas marroquíes? Quizás sea para el placer fácil, quizás para la tranquilidad, quizás para la buena vida y el buen comer, quizás para escapar del chasquillo y de la rutina de la vida cotidiana europea, quizás para deshacerse de los dineros injustificados, o quizás por la continuidad de la cultura de adquisición de una segunda vivienda.

No tiene por qué haber otras razones; sin embargo se me ocurren otras dos más: la primera sería que la propaganda inmobiliaria del “Dios Cemento” puede con todo y seduce a unos infelices incautos europeos incitándolos, como crédulas criaturas, a arriesgar sus euros ahorrados invirtiéndolos en un apartamento, en el quinto carajo, que en su país les costaría el doble; y la segunda sería que las citadas promotoras inmobiliarias, con un marcado carácter sangriento, programan la vuelta a casa, en una vivienda propia, a más de dos millones de ansiosos marroquíes emigrantes en Europa. Yo creo que todo es una propaganda, sin escrúpulos, de los devastadores mafiosos de las costas.

Marruecos es un país maravilloso para visitarlo, un país con unas perspectivas turísticas atrayentes, con unos paisajes, con unos parajes y unas costas exuberantes. La movilización ciudadana, para salvar el casi seguro desastre natural y ecológico, es nula. No existe la disciplina profesional para mantener la dehesa de la violenta degradación ambiental y para frenar las previstas macro-urbanizaciones amuralladas. No existen foros profesionales de actuación, y tampoco existe el respeto por los parques naturales, por el entorno y por los espacios públicos.

Ante este problema de la emergente generalización de la construcción masiva, no voy a abordar ni el escaso poder adquisitivo del pueblo marroquí, ni las precarias condiciones bancarias de los créditos y de las hipotecas en Marruecos, ni las últimas subidas de los precios de los productos de primera necesidad, ni el estado actual del sistema sanitario, ni la tasa de alfabetismo, ni la educación y la enseñanza, ni la tasa de paro, ni la inmigración, ni la situación agrícola, ni los bajos sueldos... solo me centraré, e insisto, en la creación de una sensibilidad social para potenciar la honestidad y la integridad de políticos, inversores, arquitectos, ingenieros, geógrafos, agrónomos, biólogos... Hay que editar publicaciones informativas, hay que sensibilizar a las personas en la relación armónica que debe existir entre el mar y la tierra, hay que aprender de otros proyectos y actuaciones nacionales e internacionales de construcción de paseos marítimos, y de puertos con frentes marítimos, donde el agua, las rocas y el paseo junto al mar parecen conjugarse sin transiciones ni barreras, sino de manera totalmente natural.

Hay que impedir la aberración que destroza no sólo los paisajes, sino también la memoria y la historia colectiva del entorno natural. Marruecos constituye una “gran oportunidad como mercado” para todo tipo de empresas, y es un territorio “estratégico” para la ubicación de industrias europeas. Ciertamente hay proyectos que cautivan a inversores extranjeros. El norte de Marruecos, y concretamente Tánger, ofrece oportunidades logísticas e industriales significativas para España (segundo inversor en Marruecos después de Francia).

Actualmente, es una de las regiones prioritarias en el desarrollo de Marruecos, después de haber sufrido 30 años de una política de distanciamiento y abandono. Recientemente, en España, se han vivido multitud de episodios delictivos bochornosos en Marbella, Mallorca, Valenciana, Tenerife... etc., fruto de unas nefastas gestiones bañadas con delitos urbanísticos, ecológicos, fiscales, corrupción y algunos hasta penales. Afrontar el huracán inmobiliario en tierra magrebí será una tarea de futuro, y será larga, pero fructífera si se lleva a cabo con rigor y voluntad de cambio. En este caso bienvenido a los cristianos. Cojan asiento pues la partida ya esta servida.

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