miércoles, 21 de julio de 2010

La Casbah, un lugar, un sueño,…

-La Casbah fue edificada en el punto más alto de la medina, se fortificó en época romana, y fue la residencia de los últimos sultanes tradicionales. La Casbah está aislada de la medina por una muralla que la rodea completamente convirtiéndola en una pequeña medina dentro de la medina, propiamente dicha. Su elevada situación, en lo alto de un acantilado, es uno de los puntos más elevados de la medina, y desde allí se domina: al norte el Estrecho de Gibraltar, al este el puerto y la bahía, y al sur la urbe de Tánger.- Anoche tuve un sueño en el que por suerte contemplé, como si de una fotografía se tratase, la Casbah de Tánger. Enseguida mi di cuenta realmente, y por primera vez en mi vida, del auténtico valor de aquel espacio tan singular. Tenía que ser algo importante.

Pero vayamos al meollo del sueño, fue una mezcla de una posible ilusión y, a la vez, de una pasión imposible. Un lugar solitario, en el que tanto sus creadores como sus auténticos habitantes no están entre nosotros. Fue una fortaleza majestuosa, que durante mucho tiempo tuvo el honor de defender a mucha gente, mujeres, niños y ancianos y, a la vez, dominaba toda la ciudad desde un sitio privilegiado y atractivo, contemplando desde tan singular emplazamiento la unión del inmenso océano Atlántico con el cálido mar Mediterráneo. En mi sueño yo estaba allí, cuando de repente me invadió el miedo y observé soldados armados hasta los dientes corriendo de un lado a otro. Las relaciones no siempre son cordiales entre los humanos, a veces se convierten en verdaderos combates. Y uno ya no es el mismo de antes, pero el otro tampoco se calla y sigue echando leña al fuego.

¡Estoy dormido, es imposible tocar las murallas!, simplemente dejo de creer, pero quizás parte de ellas me pertenece. Muros rígidos levantados silenciosos, ausentes…, pero llenos de secretos, de palabras cargadas de optimismo, de oportunidades perdidas y de decisiones equivocadas. Todo ello conforma una atmósfera de intriga creíble hasta tal punto que logré adivinar su verdadera identidad, y la mía también. Debo defenderme y proteger mi ciudad. Necesitamos protección. No se puede tocar nada, ni pintar sus fachadas tristes y oscuras.

No pude contener la rabia que me invadía, los ecos de mis gritos retumbaban entre sus paredes, los repetía porque me sentía victorioso como un guerrero grande y orgulloso. De pronto mis gritos se transformaron en llanto incontrolado, no de felicidad por estar allí dando vueltas con los brazos abiertos mirando al cielo azul, sino seguramente, y sin razón aparente, por su actual rutina asfixiada, La Casbah ya no es un lugar donde poder refugiarse, sólo le queda la preocupación de luchar por su existencia, por su mantenimiento y por sus nuevos inquilinos. Su vida depende de nuestro aliento.

Mirando aquella fotografía de La Casbah de Tánger, sin duda coincido simplemente, y por primera vez, con la misma sensación de atracción que ejerce aquel monumento histórico, en especial sobre los visitantes venidos de fuera, aunque yo siempre he sentido que percibo señales que apuntan a una afinidad de familiaridad de toda la vida…Pero hoy me he dado cuenta de que su atracción conlleva también exotismo y distinción. La cultura árabe manifestada en ese rincón emblemático, la Casbah, da a la ciudad una determinación auténtica que contrasta la libertad y el entusiasmo con la sorpresa y la casualidad de la historia.

Me pregunto: ¿Por qué esta distancia entre el presente y el pasado?, ¿por qué esa ciudad es cautiva y distante a la vez? Tánger no es comparable a ninguna otra ciudad árabe por su historia, algo oscura, majestuosa y misteriosa a la vez. Es una ciudad vuelta sobre sí misma. La Casbah la hace dogmática y cerrada. Me refiero a que te hace vivir conforme a sus reglas, porque Tánger cree que los devotos le pertenecen en cuerpo y alma. Así que con su Casbah se asemeja a una mujer envejecida de madurez que sólo se empeña en atraer a amantes y admiradores.

Pero no sería mala idea proyectar en ese lugar una historia de formación, de definiciones, de compromisos, de sentidos y de aventuras humanas. Que sea un proyecto hacia el futuro, constructivo. Convertirlo en un centro de actividades culturales. Las huellas de su pasado ya están bien trazadas, todos sabemos quienes fueron sus constructores, sus moradores, incluso sus inquilinos, ahora nos toca a nosotros despertar nuestros sueños, alejarnos de la embriaguez excesiva y apartarnos de los humos de las pipas; debemos poner los pies en el suelo y cargarnos de responsabilidad. Plasmar en La Casbah un sentido ocupacional, fructífero y atractivo para los jóvenes. La Casbah debe representar lo que siempre ha sido una fortaleza pero a la vez debe ser un símbolo de unidad y libertad, no limitándose sólo a albergar hipnotizadores de serpientes y refugio de anécdotas y tonterías que cuentan los guías a los turistas.

Yo, indudabelemnete, voto por ese encuentro cultural entre el pasado y el futuro. Creo que es una de las mejores combinaciones que podemos ofrecer a nuestra Casbah, la de Tánger, para no permanecer en ese ritual cotidiano y mediocre. Darle un aspecto diferente que se salga de la tónica folclórica habitual.

1 comentario:

  1. Abdellatif,
    Soy español, de Barcelona.
    Agradeceré que te pongas en contacto conmigo a través del e-mail aedes_sp@hotmail.com (no localizo en tuyo en el blog, por lo que agradeceré tu inicitiva)
    Deseo hacerte unas consultas sobre Tanger y su población.
    Muchas gracias y saludos.
    Gabriel

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