La herboseteria de Ahmed Barouti situada a mediados de calle Italia. Su padre Najib la inauguro en 1964. Foto Abdellatif Bouziane 2014. |
La herboseteria de Ahmed Barouti es una de las pioneras en Tánger. Foto Abdellatif Bouziane 2014. |
Se calcula que hay alrededor de un millar de plantas aromáticas y medicinales que se utilizan en Marruecos. El tratamiento de curarse con hierbas naturales ha sido desde siempre esclavo de los costumbres, de la hechicería, de la superstición y sobre todo de la pobreza. Es un método que ha perdurado en el tiempo y al cual recurrieron nuestros antepasados para todo tipo de dolores tanto físicos como emocionales.
El negocio actualmente mueve varios millones de Dírhams. Las recetas son tradicionales y se basan en sustancias naturales que incluso se llegan a utilizar en la gastronomía popular. Fórmulas para adelgazar, procedimientos para dolores de regla, dolores de estómago, incluso para el mal de amores o para calmar el llanto de los bebés y hasta para la esterilidad o para la infidelidad. El número de herboristerías, en los últimos años ha crecido notablemente en los zocos y en las medinas. Los herboristas presumen de heredar la sabiduría popular y el poder mágico de curar todo tipo de dolencia. Te explican y te enumeran las virtudes y propiedades milagrosas de las plantas, como si fueran expertos, también te pueden prescribir recetas o recomendarte un tratamiento prologando.
Las prodigiosas mejoras cosméticas como las asombrosas curaciones son sus lemas. Los curanderos son sus aliados. Los herboristas y los curanderos pueden fallar, sus poderes y creencias mágicas a veces se convierten en actos de hechizos y brujería. Esta cultura de sanar termina mezclándose con el dogma espiritual, con la religión y con la utilización de productos variopintos como pieles y dientes de animales, aletas de tiburón, animales disecados y otras rarezas. En la mayoría de los casos terminan siendo escabrosos y a veces en el hospital.
Los responsables políticos deben estar preocupados y alarmados, deben reaccionar ante este aumento de prácticas y poner firme el rigor científico. Deben informar a la población de la existencia de posibles riesgos y peligros en la mala utilización de las plantas medicinales y de otros artilugios por personas inapropiadas y fraudulentas.
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