domingo, 25 de enero de 2009

AL “KHOL”, OJOS NEGROS.

Ojos negros, con “Khol”. He sido testigo de que como unos ojos ahumados ganan protagonismo, intriga y pasión gracias a sus diferentes juegos de sombras. Sea como sea, ese color negro, es sinónimo de misterio en el arte del maquillaje sensual. Probablemente, todo el mundo ha oído hablar del “Khol”. Es una sustancia, en forma de polvo, procedente de un mineral, el Galeno, muy utilizado en épocas antiguas, especialmente por los fenicios y por los egipcios. Se trata de dejarse seducir por la fijación, en el contorno de los ojos, de esta mezcla de hollín con otros ingredientes como sulfuro de antimonio, sulfato de cobre y de la especia clavo. Y todo eso con el único objetivo de embellecer los ojos.

Su uso interesó a mujeres y hombres a lo largo de toda la historia, preocupados, en gran medida, por pura cuestión de la estética. La tradición se mantiene fiel, y está claro que el valor se conserva por la importancia visual de la esencia del producto. Todo el mundo espera. Mientras tanto, las mujeres se preparan concienzudamente. El “Khol” es algo que no pasa de moda, es una prueba de belleza, es el símbolo de la pubertad, es el arranque de una innovación y es una expresión popular. Ojos de pasión, ojos que se asoman justo por encima del velo, ojos provocativos,… Su uso se extiende a celebraciones, bautizos, bodas,… Ojos faraónicos, ojos de niños y niñas, de reinas y princesas. Ojos de luz del desierto, pestañas que brillan en la oscuridad provocando misterio y dominando las miradas. Ojos protegidos, ojos hermosos, limpios y cuidados, ojos que te hipnotizan y te hechizan. Muchas veces he estado ahí, delante, y siempre un silencio repentino se ha apoderado de mí. Otras veces, mientras una orquesta tocaba alegremente, unos ojos negros desfilan con un lamento desconsolado y quebrado, fingiendo seguridad. Se trataba de acontecimientos sombríos entre los presentes.

Todo esto me ha ocurrido en Tánger, en mi ciudad natal, de la que se rumorea tiene mala reputación, aunque no estoy totalmente seguro de ello. A pesar de todo, es mi deseo pasar el fin de mi vida entre sus calles; por supuesto es asunto mío pero, no puedo evitarlo, estoy profundamente enamorado de ella. Estoy constantemente imaginando, los mismos ojos negros, las mismas flores, las mismas montañas, los mismos mares y las mismas puertas de sus casas, mezquitas y palacetes. Los ojos negros y la ciudad de Tánger siempre se están provocando mutuamente e inspirando palabras, pinturas y colores. Yo, precisamente, voy a ver si puedo, y espero lograrlo, hacer todo lo posible para poder ganarme el contemplar mi amor verdadero. No pienso rondar por las calles melancólico, ni escuchar los cuentacuentos, tampoco quiero desperdiciar el intenso color de los ojos negros y, por supuesto, no me pienso permitir que mis lágrimas la deterioren.

Ojos negros, elegantes, ingeniosos e inteligentes saldrán a mi encuentro, será un ritual lleno de bromas y risas. Ojos negros anónimos, ojos con “Khol”. Cualquiera que pernocte en Tánger más de una noche, seguro que oirá hablar de ellos. Ojos negros maliciosos que invitan a algunos a realizar obscenidades, a otros a dudar de la calle pues a nuestros ojos comenten un grave pecado y a otros a convertirse en esclavos. Ojos negros franqueados que responden a mi llamada. Tánger sigue de pie, permanece asomada y parece improvisada. Me llena de emoción y no quiero verme separado de la mirada de sus ojos negros. No tengo miedo, son épocas de fiestas, se entonan los cánticos y suenan los tambores. Multitud de gente bailando a ritmos extenuantes e iluminados por hogueras. De pronto, tengo la sensación de que el tiempo se ha parado y no puedo mantener los ojos abiertos más tiempo. ¡Estoy soñando!

Ojos enormes, estética oriental, “khol” en los párpados,… Una mujer fastuosa de familia de clase media baja, pero seductora está esperando su gran oportunidad. Dicen que nació en el desierto del Sáhara, que presumía de sus origines exóticos y que la llamaban “la Diva”. Algo místico y oculto, todo pura mentira. Erotismo es lo único que resaltaba de su profunda mirada. Una mirada hechizante que parece sacada de la edad antigua de Egipto. Quizás el ritual del maquillaje de los ojos pueda tener connotaciones sagradas, ¿Quién sabe? ¿A quién no le gustaría tener estos ojazos? Ojos secretos, bellezas antiguas.

Tánger, para mí, es mi casa y no pienso cambiar las cosas de su sitio. Quiero salvar los ojos negros. No exagero. De verdad es mi único apoyo emocional, y de loco no tengo nada. Quiero sentirme con fuerzas para seguir viviendo y sin derrumbarme ante unos enigmáticos ojos negros. ¿Por qué no? Cara a cara, con miradas inocentes, casi infantiles y llenas de brillo, tenemos que salir adelante con sentido común y ganas de vivir.

martes, 20 de enero de 2009

LA MEDICINA AFRODISIACA DE IBN BATUTA.

Según la historia, lo afrodisíaco es tan viejo como el hombre. Cuentan que conllevó a más de uno a enamorarse, a otros los convirtió en maniáticos, o maniáticas, del sexo, a otros a exagerar sus pasiones logrando como el resultado fatídico el ser repudiados y despreciados, y a algunos a comportarse escandalosamente y fogosamente reincidentes en sus instintos carnales hasta perder su intimidades, sin importar con quien.

Ibn Batuta con el sultán Muhammad ibn Tughluq.

Con el paso del tiempo el hombre, por ser tan genuino, tan fresco y tan perceptible, iba día tras día popularizando, a lo largo de la historia, variedades interminables de afrodisíacos con el propósito de paliar y estimular su frigidez y su impotencia. Iba buscando desesperadamente métodos exóticos, los más extravagantes, para aliviar su vergonzosa indolencia. Ya que no se trataba del deseo sino de la disponibilidad y de despertar el apetito sexual, consiguiendo así pasar contundentemente al ataque y alcanzando un trato carnal divino. En definitiva algo parecido a la búsqueda de un “calientapollas”.

Ibn Batuta, el famoso viajero, aventurero y sociólogo tangerino, al regreso de su largo viaje, presumió de ser también medico. Relató un recital de prácticas medicinales afrodisíacas en forma de alimentos, animales y sustancias, algunas de dudosa eficacia, entre las que caben destacar: triturar ciertas moscas verdes, masticar incienso, o comer mil y una comida exóticas como: nuez de coco, pez con cara de búho, cresta de gallo, escarabajo ampolla, raíz de mandrágora, reptiles, pistachos, orquídeas, testículos de zorro,... Así, narraba, se podría conseguir la erección de un caballo y, también, la eyaculación instantánea. De igual modo a las mujeres vírgenes se les desgarraría el himen en el acto. Remató la faena llegando a confirmar que se puede, en una relación carnal, llegar hasta un centenar de veces seguidas al orgasmo. ¡Lo que hay que oír!

Unas recomendaciones sanitarias que eran en su mayoría bastante estrafalarias y otras de costosa localización. Evidentemente todo con el fin de atender los deseos carnales de los dueños de los harenes de mujeres, o de las concubinas.

¡Ver para creer! Hasta el día de hoy los fenómenos afrodisíacos de Ibn Batuta se asocian con dos tendencias comunes: por una parte están los que niegan su existencia, y por otra los que los practican, recomiendan, trafican y negocian. No hay término medio. Hay un verdadero y turbio negocio supersticioso, y a su alrededor se mueven grandes cantidades de dinero. Los relatos de Ibn Batuta parecen infinitamente recientes, como si hubieran sido escritos ayer y no hace ya seis siglos. Su práctica sigue viva.

En fin, no hay que darle más vueltas al asunto, la cabeza está para pensar sobre ello, y lo demás coge cuerpo por reflejos instintivos. Aquí me quedo, deseo a los dos bandos, buenas noches y buena suerte.

sábado, 17 de enero de 2009

PALESTINA EXPRESS.

Ojo por 500 ojos.

Sangre, mucha sangre, vemos correr delante de nuestros ojos mientras un silencio traidor domina la sociedad. Estamos hablando de unos ladrones de libertades. Toda esta sangre manchará, de alguna manera, nuestras conciencias y nuestras almas, si es que todavía somos creyentes. Un odio de toda la vida, que proviene de un mal genético, y con el que es imposible ser condescendiente. El odio y la decencia sentenciados a ser gemelos inseparables durante miles de años

Un conflicto que altera nuestra sangre y nuestra dignidad, y que provoca nuestra ira. Un conflicto incomprensible, para la mayoría de las capas sociales a nivel mundial. Me refiero a los pueblos, a la gente sencilla, exactamente a los consumidores, a la gente de la calle que no sabe fielmente lo que está pasando en oriente medio. No se preguntan cual es el objetivo de los hebreos, ni cuál será el destino de los palestinos. Se conforman sólo con lo que se publica en la prensa y con las noticias que se dan en los informativos de la caja tonta. Imágenes censuradas y manipuladas. La opinión pública confunde terrorismo con guerra, y mete a todos los árabes en el mismo saco. Estoy seguro de que desconocen la historia de Israel y el origen y destino del pueblo palestino.

Se trata de un conflicto interminable, bélico y con connotaciones étnicas. La historia acontece en un territorio ocupado por las fuerzas militares hebreas, entrenadas y armadas hasta los dientes, regidas por un gobierno apoyado por todas las grandes potencias mundiales y ayudado económicamente, sin excepción, por todos los amos de la economía mundial. Incluso se permiten el lujo de tener el más sofisticado, y el más sangriento, servicio de inteligencia del mudo. ¿Quién da más?

Los recientes inquilinos se apoderaron de todo lo que pillaron, a cambio de nada, sólo porque en algún libro celestial figuraba pintado, por arte de magia divina, y justamente en ese dramático territorio, su casa y su tierra prometida. A Israel nunca le han faltado razones de peso para justificar sus hazañas, incluso nos tiene hipnotizados. El mundo entero exclama: ¡pobrecitos judíos! Desde la oscuridad de los tiempos siempre castigados, humillados, perseguidos y encima ahora les toca defenderse. Hasta el día de hoy, 60 años después de la implantación del estado de Israel, por el famoso regalo del decretazo del artículo 47, siguen los hebreos sin definir sus fronteras. REFUGIADOS. La creación del Estado de Israel provocó la expulsión de cientos de miles de palestinos de sus tierras.

Sangre, mucha sangre. Los palestinos, los más viejos moradores de este territorio, están fuera de sus hogares y, además, son tratados como extranjeros. Los nuevos terratenientes, dueños además de medio mundo, viven debatiendo, en sesión continua, entre el cielo y la tierra, entre la fe y el castigo, su felicidad en un continuo malestar y en un profundo sentimiento de odio. Y ahí es donde radica su fe y su obediencia delante de su dios, esperando a rendir cuentas el día del juicio final. Los hebreos sionistas no pueden separar su alma de la fe. Sus líderes gritan sangre y presagian un futuro incierto para sus hijos, a la vez que advierten de la necesidad de matar para sobrevivir, porque la amenaza del ritmo demográfico de los palestinos, con su escalada galopante, es una bomba de relojería. Mientras, los olvidados desahuciados están afincados, no podemos negarlo y cerrar los ojos, en Gaza en una especie de campo de concentración en estado agónico y precario.

El horizonte se presagia negro, muy negro. El conflicto de Israel radica, básicamente, desde su inauguración, en un proyecto sionista que gira sobre el establecimiento de una patria judía, cueste lo que cueste. Y cuidado, no se les vaya a ocurrir imponer la condición de una pureza étnica absoluta. Esto me recuerda algo que no quiero ni pensar: Israel, para sostener los principios del sionismo, debe vulnerar y aniquilar toda la entidad Palestina, violar su integridad territorial y destruir su economía. ¡Demonios! ¿Quiénes son estos individuos que cometen estas matanzas llenas de ideales fascistas y de extrema derecha? Actualmente, los enemigos de Israel son los palestinos y la historia ha dado un giro completo, un giro perverso bañado de asesinatos selectivos, de crímenes de guerra, de ataques indiscriminados a edificios públicos, centros de enseñanza y a dependencias sanitarias provocando un reguero continuo de pérdidas de vidas humanas sin importar sin son mujeres, adolescente o niños.

Bajo la mirada atenta de los observadores de medio mundo, en 2006 Hamás ganó, democráticamente, las elecciones y se hizo con el control de Gaza. Actualmente, el propósito de Israel se agrava más y se hace más sangriento. Las autoridades israelitas han prohibido a sus soldados llevar móviles, me figuro que para evitar que graben sus faenas sangrientas, impidiendo así que pudieran hacer circular las imágenes por la red.

Sangre, mucha sangre con un solo propósito: “Achicar al pueblo palestino hasta su total eliminación”.

EL DOCTOR DEL TÉ.

El té fue introducido en Marruecos en 1845 por mercaderes ingleses cuando, frustrados por los bloqueos de la guerra de Crimea, descargaron su mercancía, proveniente del lejano oriente, en los puertos de Tánger y Mogador.

Cuando atravieso el estrecho, en dirección a Tánger, en un día propicio puesto que soplan vientos de poniente, pronto percibo, asomándome a la borda del barco, el olor salitroso del Atlántico, acompañado con recuerdos mitológicos de Hércules.

Una vez en mi ciudad natal, de nuevo e inevitablemente, me vuelvo a sentir seducido y cautivado por los olores y aromas de la hierbabuena. Me embriaga un ambiente sensible y perfumado, costándome distinguir entre su esencia, tanto los perfiles de la ciudad como de la medina. Un aroma de perfume por todas partes, en todas sus calles, callejuelas y plazas. Campesinas, con sombreros de paja y faldas rayadas rojiblancas, sentadas en el suelo de los zocos, ofrecen al viandante olores y colores que emanan de la hierbabuena, el jazmín, el azahar, la shiba y el romero,… entre otras muchas plantas aromáticas. ¡Qué fácil prenderse de tales esencias!, te transportan a lugares olvidados, a ritos y ceremonias, a caminos de sueños, y te alegran la vista. El aire que se respira es frescura.

Lo conocí, a principios de los años setenta, en su humilde kiosco monteño, en el mas bello y legendario balcón-mirador de Tánger: “Rmilat”. Allí se toma, o mejor dicho se degusta lentamente, el mejor té del mundo, en el lugar más exótico de Tánger y rodeado de vasos, teteras hirviendo, bidones y botijos de agua natural de la fuente, y una montaña de hierbabuena fresca. Presumía de tener un bachiller y de ser culto, pero su verdadero saber consistía en preparar el té mejor que nadie. De ahí le viene su mote, “el doctor del té”. La gente conversaba con él, tenía paciencia y tiempo para cualquiera. Lo oí repetir en varias ocasiones que el té es la chispa de la vida. Lo sabía todo, o casi todo, sobre el té verde con hierbabuena. Comentaba que, a pesar de que haga calor, se debe tomar muy caliente, y añadía que siempre quita la sed produciendo una sensación de bienestar. También decía que se debe tomar a sorbitos aunque se tenga que hacer ruido para no quemarse los labios, eso no resta sabor sino que más bien forma parte del ritual. Nunca se cansaba de repetir que el segundo vaso debe ser siempre amargo. Terminaba recordándonos que el té con hierbabuena es muestra de hospitalidad en todos los hogares.

Nunca olvidaré la magistral clase del doctor del té explicándonos sus fines terapéuticos. Afirmaba, con una seguridad fuera de lugar, que el aroma de la hierbabuena es una fragancia que estimula la mente, alivia los dolores, contrarresta los efectos de los mareos, refresca el aliento y tiene un leve efecto relajante. Amén de que mezclada con el té verde es una infusión digestiva y dietética.

Paul Bowles llego a decir: “Con todo, siempre hay un momento del día que pinta para “un the a la menthe”, frecuentemente porque tenemos que recuperarnos de un golpe de azúcar o de un golpe de sal”

viernes, 16 de enero de 2009

Hércules, que estás en los cielos.

Hércules, fue al mismo tiempo el más poderoso de los Titanes vivos y de los mortales olímpicos del otro mundo. Su fuerza superaba lo imaginable. Era de otra galaxia, hasta tal punto que se le ha visto transportar a hombros una astronave de muchas toneladas. Era un verdadero héroe. Sus hazañas eran interminables, su vida no tenía límites, estaba concebido para no morir y, únicamente, para darle aliciente a la historia, podía ser herido. Para acabar con él era necesario recurrir a varios artilugios extraoficiales, ya que de sus propios restos lograba resurgir de nuevo su figura. Su cuerpo fornido era indestructible, ni siquiera podía ser dominado con las sentencias físicas suicidas y descomunales que le decretaban sus dioses Olímpicos.


Era un superviviente, vivía en un vacío del espacio y sólo le faltaba poder volar. Era un guerrero olímpico, un luchador de cuerpo a cuerpo con reseñas atléticas. No necesitaba protección alguna porque era inmortal. Lo único terrenal que tenía consistía en vivir acompañado con un recital de hábitos, más malos que buenos, de nuestras mezquindades contagiosas.

Su compañera sentimental había soportado, con bastante paciencia, sus frecuentes aventurillas e infidelidades con otra mujer bastante más joven. Pronto empezó el sacrificio y, por temor a un desamor, y por miedo a la vejez y al repudio, su mujer le regaló como testimonio de cariño una túnica abrasiva que nada mas ponérsela, y con el solo contacto, y el calentamiento de su piel, arderían sus carnes. Un veneno adherente en forma de fuego. ¡Qué crueldad y qué injusticia más deslumbrantes! Una tortura que sólo tenía que ser terrenal: ¡qué inmenso dolor! Sin embargo, y como consecuencia de lo débil que podemos llegar a ser con nuestra conducta, y como prueba de ello, su mujer no tardó en suicidarse una vez que comprendió la faena que la había hecho a su marido, mientras el dolor agudizaba a Hércules.

Ya no se trataba de luchar, su cuerpo inmortal, por fin, estaba en llamas y Hércules pensó que la muerte rápida sería mejor que un dolor insoportable. Ha sido un final dramático en tierra de nadie, pero no fue así en el Olimpo de los grandes dioses. De repente, ¡qué alivio señores!, el juego no había terminado todavía por arte de magia, y con la última carta escondida, Hércules fue transportado al séptimo cielo sobre una nube en forma de hoguera, acompañado de un tronido ensordecedor. Los mismos dioses que le habían puesto entre la espada y la pared, los mismos que le habían tendido multitud de trampas mortales en forma de un sinfín de pruebas de desafió de hombría y de inocencia, reaparecen prestándole piadosamente auxilio, sin que mediara motivo aparente. ¡Moraleja: también los dioses sufren debilidades! Y así Hércules fue declarado, por la misericordia celestial, inmortal por segunda vez en un nuevo reino, en el que conoció y se caso con otra mujer todavía más bella. ¡Qué suerte tenía el anfitrión!

Dicen que detrás de un gran hombre siempre hay una gran mujer, pero siempre que avancen juntos en compañía y armonía. No puede uno despistarse, porque antes de que te des cuenta te la han clavado. El éxito de esta conexión se basa en la magia y en la lotería de la vida. En aquel día fatídico tocaron fondo y los dos se preguntaron: ¿pero, qué he hecho yo para merecer esto? Hércules se dejo llevar por el castigo, se inculpó y consintió, simplemente, hacer creer que merecía la muerte. ¿Cómo puede un hombre que resistió a todos los vientos del tiempo, y que fue capaz de todo, sentir enflaquecimiento y rendirse hasta dejarse morir?


Hércules estaba experimentando una nueva sensación jamás vivida, estaba fuera de su cuerpo, viajando por el túnel de los dioses, iba a tener una vida nueva después de una vida de mala muerte. Es la historia de dos vidas y una muerte anunciada. Es la historia de una leyenda misteriosa, de un testimonio de alguien que viene de una vida del mas allá y que se va a otra distinta. Es la historia de la verdadera mitología, de la confirmación de la fe, del amor y del dolor. Para Hércules era necesario encontrarse con su propia muerte para meditar acerca de su auténtica vida, así como para pensar en lo efímero que llegamos a ser. Estamos en manos de los dioses todopoderosos y sólo la esperanza nos puede salvar. El encuentro con la muerte es una dura experiencia, y Hércules se merece estar en los cielos.

sábado, 10 de enero de 2009

TÁNGER, LA NOVIA DEL VIENTO.

PLAYAS DE ROBINSON CRUSOE/TÁNGER/FOTO ABDELLATIF BOUZIANE/AGOSTO 2007.
Durante unos cuantos días soplan vientos de Poniente. Vienen del Oeste, traen fresquito, producen pocas olas, moderan las temperaturas y dejan un tiempo atmosférico agradable; pero durante otros soplan vientos de Levante. Vienen del Este, se producen con frecuencia, se exhalan con dureza y, como a veces tienen componente sur, pueden venir acompañados de aire caliente. Son vientos difíciles ya que arrastran todo hacia mar adentro. El levante trae aire húmedo, rocío y nubosidad. Dicen que el levante induce a la locura porque provoca dolores de cabeza, debilidad y mal estar. Ambos vientos, a lo largo del mes de julio, consiguen sus máximas velocidades.

Muchas veces, el Levante provoca odio por su suplicio, porque no es un viento cualquiera, es un viento molesto. No es un viento que sople a rachitas, es constante, provocando que las puertas y las ventanas chasqueen, que los árboles crujan y que la atmósfera esté persistentemente empolvada. Para algunas personas actúa incluso como agente alergógeno, debido a la presencia, en el ambiente que provoca, de muchos parásitos. No exagero, puede llegar a alcanzar los 100 km/h lo que provoca, inevitablemente, la interrupción de las conexiones marítimas a través del estrecho de Gibraltar. Salvamento marítimo, reiteradamente, avisa informando en sus previsiones de que el Levante provoca mar gruesa y que reduce la visibilidad en altamar de buena a ”regular”. Los bomberos están en máxima alerta, todas las puertas y ventanas permanecen cerradas, los bañistas son avisados de la inclemencia, las conexiones marítimas interrumpidas, los viajeros atrapados en las estaciones marítimas, las flotas pesqueras amarradas en los muelles, y algunos mercantes buscan abrigo. Es el rugido del temporal de levante en el estrecho.

Cuando piso el suelo, nada más despertarme, siento el viento de levante que redobla en mi cabeza, es cosa del tiempo y, sin saber por qué, el levante forma y es parte de nuestra vida. De pronto, abro la puerta de mi casa y veo que el asalto de la “levantera” ya se ha adueñado de la ciudad. ¡Nos vamos a enterar! Resoplan ráfagas fuertes y todo el mundo le pide al señor: ¡Que este domingo se quite el levante! Con los ojos bien cerrados, por si las moscas, soporto serenamente los torbellinos de arena que se clavan como agujas. El levante debe tener vida interior y algo de místico. Con los años se llega a comprenderlo y ha sufrirlo con más calma. Comienza a circular, igual que una costumbre, el dicho de que en que en este lugar el Levante sopla con fuerza, pero no se lleva nada consigo.

La ciudad de Tánger está íntimamente atada, por su entorno, al viento de levante. Se llega incluso a decir que es su novia, y que sus vínculos resisten al paso del tiempo. Cuando se "desmelena" surgen colores, silbidos, humedades, olores a salitre... y las calles de la vieja Tánger recuerdan constantemente aquella atmósfera embriagadora y cautivadora que fue en otro tiempo pasado. Este desmelenamiento le obliga, con su misterioso encanto, a mirar sistemáticamente hacia el mar, a la que pertenece, o mejor dicho, a esos dos mares, tan distintos y dispares, que son el Mediterráneo y el Atlántico. Esta relación marinera de amor y odio no sería la misma sin sus vientos. Un viento que no te quita nada, sino que sólo te atrae.

Los días de Levante suelen ser agotadores. Dice el refranero que sobre gusto no hay nada escrito. Las playas de Tánger, sin duda entre las más bonitas del mundo, toleran sin moverse los vendavales, y la ciudad impasible permanece fiel a su vendaval amante, con un atractivo del que pocas ciudades pueden presumir. Llega el domingo y el viento sigue soplando, el caprichoso Levante nos acompañará algunos días más. No me importa este martirio, ni tampoco me importa este correctivo del dios Eolo. Este es el precio que hay pagar por vivir de cerca, in situ, este amor entre Tánger y su amante el Levante, el hijo más insigne de rey de los vientos. Los efectos son, finalmente, placeres sencillos.

domingo, 4 de enero de 2009

La legión, aquel ejército de grifotas.

El Caudillo, abrazando al más glorioso de los mutilados de España, el general Millán Astray. Compañeros de armas en Marruecos, jefes de la Legión Española y amigos.

La Conferencia de Algeciras de 1906 legitimó, descaradamente, las aspiraciones españolas en el norte de África bajo el pretexto de brindar la protección europea sobre Marruecos y, al mismo tiempo, sintetizar su política de expansión colonialista en la zona. Resistencia hubo y feroz, y el desenlace de aquel ambicioso proyecto fue sangrante. Los sectores sociales, tanto españoles como marroquíes, fueron los más perjudicados con esta aventura colonialista que terminó con el establecimiento, por la fuerza, de un protectorado, 6 años después de la firma de aquel protocolo; exactamente en 1912.

Empezó un enfrentamiento entre dos desconocidos, de dos costumbres opuestas. Ni siquiera se sabía con exactitud la extensión de la zona correspondiente al dominio español, pero ¿qué más da?, los límites no tenían ninguna importancia estratégica. La mayoría eran zonas rurales, sólo eran destacables los puestos portuarios de Ceuta y Melilla, las ciudades de Tetuán y Larache, y como zona internacional, fuera del protectorado, la ciudad de Tánger.

Se destacó una costumbre, que más tarde sería perjudicial para miles de jóvenes y adolescentes así como la ruina de muchas familias, inédita para aquellos visitantes con intención de quedarse, pero, sobre todo, una de las más exóticas del mundo hasta el día de hoy: el consumo de kif, grifa, hachís y sus derivados cannábicos. Empezó en los años cuarenta un ritual aventurero y viajero de varios curiosos liberales, y más tarde investigadores y filósofos. Lo llamativo de entonces es que la mayoría de la juventud española residente no mostró el menor interés ni curiosidad por probar aquella despreciable droga de moros, sólo consumida por pobres y gentes de mal vivir.

Sin embargo, duró poco el rechazo y pronto esta droga hizo estragos en aquel ejército colonial. Algunos apuntaban la posibilidad de que hasta el propio Franco hubiera fumado kif, ocasionalmente. Más tarde, y una vez que el caudillo se afianza victorioso en Madrid, el consumo de los derivados cannábicos, venidos del Rif, se explaya y, al mismo tiempo y de forma escalonada, va ganando adictos en las grandes capitales de la Península, en toda la bahía de Cádiz, en la Costa del Sol y en las islas Canarias. Hasta llegó a formar parte de la imagen de los legionarios que exhibían sin pudor sus brazos tatuados, bebiendo alcohol y fumando grifa, justificando una hombría descafeinada.

Pronto aparece la figura del camello, la venta del chocolate en las puertas de los cabarets, los limpia botas, los macarras de la noche, los porteros vestidos de almirantes, los tablaos flamencos, las putas, los chulos, los carteristas, los delincuentes de poca monta, los golfos, los rateros, la venta abundante y ambulante del tabaco rubio americano, los cigarrillos sueltos, los taxistas profesionales de la noche, los marineros y los braceros que flirtean con chulería con la grifa, los obreros con su ambientes marginados,... Y por golpe de magia salió todo un arsenal de vicios y entresijos de la vida cotidiana del momento. Era todo un panorama cannábico: petardos por todas partes, mucho rollo, todo el mundo “colocado” y un ambiente chungo. Eran tiempos donde proliferaban los porros. Muchos hábitos se convirtieron en perversiones, y el consumo pasó bruscamente de las zonas rurales a ser todo un fenómeno urbano, mientras reinaba la tolerancia y la vista gorda.

Más tarde, a partir de los años cincuenta, aparecen paulatinamente voces de alarma argumentando que la droga atenta contra la salud publica. Eso provoco el celo del gobierno español competente y, de rebote, la aplicación de leyes intervensionistas de persecución por parte de las tabacaleras y de las fuerzas del estado español, con la intención de paliar el contrabando masivo y ascendente, tanto de kif como de tabaco americano.

Un recuerdo aparte merece aquella ciudad de placer que fue el Tánger internacional como punto de iniciación cannábica, tanto para los pertenecientes a clases más populares, como a la élite colonial. Destaca, en este sentido, el testimonio del novelista marroquí Mohamed Chukri que frecuentaba antros y cafetines para fumar kif con sus amigos. Y, no hace mucho, en los años cincuenta, Tánger conoció fiestas sólo basándose en champaña y kif, con presencia de personajes como el decorador Pepe Carleton, Emilio Sanz de Soto, o del círculo de ilustres bohemios norteamericanos y europeos que giraba en torno a Paul y Jane Bowles, entre los que podemos destacar a Truman Capote, Cecil Beaton, David Herbert, Tennessee Williams, etcétera. Incluso después de la independencia de Marruecos el hechizo tangerino siguió obrando sobre el imaginario de muchas personas.
Legionarios durante un desfile. Hay cosas peores.

Los miembros de la Legión, de aquel ejército colonial, fundamentalmente, fueron los autores decisivos de la difusión de la grifa norteafricana en casi todo el territorio español. Esa cultura del cannábis, al día de hoy, está pidiendo a gritos incorporar algún derivado sustancial del kif al consumo, como el alcohol y el tabaco. Es realmente asombroso que un cuerpo como la Legión pudiera influir en el conjunto de toda una sociedad. Y, ahora, sé por qué tienen tanta fama y porque se aprecian tanto. Aparte de sus andares y de sus tatuajes su aportación a la movida española fue clave durante, lo que se llamaba, la época de la transición, era un acto puramente paradisíaco que va mas allá de lo guerreo. Para ellos muchos picos y palas con los que pueden mitigar sus falsos "poderiíllos” de sus frustradas vidas, y así no podrán ir por allí “colocados” presumiendo de defender una patria.

jueves, 1 de enero de 2009

El padre del pueblo andaluz frente al terrorismo nacionalista.

Blas Infante.

Nació en Casares (Málaga) un 5 de Julio de 1885 y moría fusilado, sin juicio ni sentencia un 11 de Agosto de 1936. Fue considerado hombre sabio, un espíritu universal, musulmán, andaluz y sobre todo modesto, casi tres mil manuscritos y catorce obras literarias.

Actualmente, cuando los andaluces en declaraciones públicas hacemos referencias a nuestra historia, ocultamos nuestra realidad, provocando inmediatamente elementos reaccionarios y sintiéndonos amenazados. Hoy mismo, el reflejo interpretativo social es incompatible con la realidad histórica de Andalucía.

Desde varias editoriales, como Shalom Magazine, Periodista Digital o Ediciones Católicas, entre otras, se lanza todo un arsenal de violencia verbal y de acusaciones sin coherencia (seguramente, en otro país sería objeto de demanda judicial), revelando una segura y próxima sublevación de los pueblos árabes musulmanes para recuperar su soberanía perdida. Y todo enfocado y basado, supuestamente, sobre el nacionalismo andaluz, y reivindicando el inicio de un ofensiva feroz contra el Islam y la inmigración. Se puede palpar y observar, en multitud de sitios de la web, el malestar que produce, en la “derecha nacionalista española” y, concretamente en grupos “integristas católicos y judíos”, la historia y el pasado de Andalucía. Para la mayoría de estos pensadores, y soldados de la libertad, la situación es mucho más peligrosa que los atentados de ETA.

Blas Infante ha defendido siempre un nacionalismo libre, sin distinción, asentado, sobre todo, en los valores históricos y culturales, en la integración de civilizaciones, de cultos, de filosofías y de pueblos, tal y como nos enseñaron nuestros antepasados “andalusíes”.

Según Blas Infante, y según la historia, Andalucía, en general, no podrá exigir el respeto ni el pago de la deuda histórica que se le debe, si no la conoce y no se conoce a sí misma. Esto es obvio. Llegó a declarar frases como estas:

“La etapa de Al-Andaluz fue de libertad y brillo cultural”.
“La conquista cristiana fue intolerable y uno de los orígenes del latifundio.”
“Las cruzadas, el robo y el asesinato están presididos por la cruz”.
“La causa de un pueblo jamás prescribe”-

Sirvan, por lo demás, sus palabras, y su conciencia para rescatar del olvido la memoria de Andalucía, y así dejar de llamarle cretino integral, subnormal profundo,... y no volver a reincidir en insultos y descalificaciones. Blas Infante no inventó la Historia de Andalucía sino que sintetizó su conocimiento y sus enseñanzas para que pudiera ser conocida, comprendida y estudiada.

“Cuando todos los andalusíes (murcianos) conozcan su verdadera historia y esencia, será cuando llegaremos a obtener la fuerza necesaria para exigir el respeto que se nos debe, por tener una personalidad tan diferente de aquella que trataron de imponernos por la fuerza”. Blas Infante.
“El pueblo que olvida sus raíces se condena a sí mismo a repetir sus errores, y al desprecio de los demás”. Blas infante.

Marruecos, La Meca de los homosexuales

Sufrimiento. Colección Esperanza. 2016. Acrílico sobre lienzo 60x80cm.  A principio de los 50´ fue realmente cuando Tánger se metió de lleno...