© Abdellatif Bouziane - Noviembre/2006 - TANGEREXPRESS.COM Cuantas veces hemos leído u oído a nuestros padres o a nuestros familiares decir: “los viejos tiempos nunca volverán”, o con una palmadita en el la cabeza decirnos “aquí nunca volverá a crecerte el pelo”, o “aquellos inolvidables años cincuenta o sesenta…etc.” Todas estas expresiones reflejan, sobre todo, una gran dosis de nostalgia de una época decisiva e intensamente vivida por unos jóvenes o incluso unos adolescentes. Para ellos es un pasado inigualable.
También se dice que “la historia se repite”, probablemente, nos referimos a los ciclos de la vida, los imperios, la naturaleza… etc., Lo que no se repite es la memoria histórica de cada individuo. La historia, memorizada, tiene siempre matices diferentes de una persona a otra y está siempre ligada a ciertos apuntes, argumentos y anécdotas autobiográficos. Me viene a la memoria, en estos momentos, las famosas letras de Robert Zimerman: “los tiempos están cambiando”. Pues sí, cambian, para todas las generaciones, y van acorde con la edad, el estado social, el económico, el ambiente familiar, el nivel cultural, el régimen político…etc. Cualquier adolescente o joven va en busca de su identidad personal y de su formación profesional, a base de constantes cambios de rumbo, en una vida frágil, llena de aventuras y de contradicciones tales como optimismo, pesimismo, amor, desamor, confusión, ambigüedad…etc., termina con su memoria histórica de una forma positiva o negativa, marcada y afectada. Lo único que se merece es un homenaje o una retrospectiva. “Aquellos maravillosos años” abarcan a todas las generaciones, y no podemos delimitarlos a una edad determinada. La memoria histórica de cada persona hay que alimentarla siempre con una vida anímica, renovadora y harmónica.
Estoy seguro que todos los años fueron y serán maravillosos. Cierto, pero debemos sentirnos contentos de ser lo que somos hoy y, llenos de una inagotable energía, “pasarlo bien”. Nuestra vida tiene que ser como un ascensor con vistas, donde el espectáculo y lo extraordinario aumenta, y mejora, conforme se va ascendiendo.
Concluyo con una frase del famoso explorador inglés Livingstone, “el caminante de África” que luchó durante años contra el expolio de las grandes potencias así como por la erradicación de la lacra de la esclavitud: “Iré a cualquier parte, siempre que sea hacia delante”.
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