“El ultimo informe oficial de la seguridad vial del ministerio de fomento y transportes marroquí destaca el aumento de un 14% de las víctimas mortales en accidentes de tráfico durante los cinco primeros meses de 2008. Esta tendencia al alza del número de accidentes mortales se ha visto acompañada con otro número escalofriante el de heridos graves que registró una subida del 10,38%. Estadísticas que ponen los pelos de punta.”
Las carreteras de la región de Tánger–Tetuán siguen sin cesar provocando muertes sin piedad brutalmente. Las cifras de los balances se parecen a las de una guerra. A diestro y siniestro los conductores, y los ciudadanos de a pie, ven truncadas sus vidas en medio de estas sangrientas carreteras por graves accidentes de trafico.
La escalada vertiginosa de fallecidos por accidentes de tráfico está declarada. Las tragedias en la carretera ponen patas arriba a los contados hospitales que no dan abasto, desbordados, no pueden responder eficazmente a este aumento progresivo. Se comenta por allí que los verdaderos culpables son los puntos negros de las vías, y que sólo falta contabilizarlos para proceder a intervenir. ¡Qué paradoja!
Señalar a los responsables sería como la fábula de quien fue primero el huevo o la gallina. Sería como empezar a culpar a los propios desgraciados, misión imposible porque no están allí están muertos, o a la propia fatalidad de los accidentes, eso es de torpes o mejor dicho es, simplemente, hacer el tonto. Yo entiendo que se debe señalar a los responsables de las rotondas siniestras que provocan las maniobras violentas, a los responsables de las curvas sorprendentes, a los de la iluminación insuficiente, a los de las vías estrechas y desniveladas, a los de la mala calidad del asfalto, a los responsables de los malos conductores con sus excesos de velocidad y con su incumplimiento de las indicaciones, a los responsables del mal estado de la señalización, a los que permiten la circulación de los coches en mal estado, a los que no impiden las sobrecargas en los vehículos y furgonetas, a los responsables de la invasión de las carreteras por los transeúntes, etc. Igualmente entiendo que también se deben señalar a los responsables del balance, con una tendencia ascendente de números rojos, de multitud de vidas extirpadas y de miles de mutilados destrozados. Suma y sigue.
No basta solo con las comisiones de investigación, con las campañas de sensibilización, con los mensajes de los medios de comunicación oficiales o con los controles y las medidas correctivas. No basta con los programas de prevención y con los discursos oficiales, y no basta con las promociones de nuevos proyectos. ¡Hasta aquí hemos llegado! Tenemos que seguir conviviendo, a tiempo real, con nuestras carreteras, se trata de mantener las que tenemos y construir, al mismo tiempo, otras más fiables y más seguras, pero procurando sin ningún tipo de peros resolver y depurar nuestras irresponsabilidades. Debemos combatir esta plaga de inseguridad vial y, si queremos dejar de contar los muertos de esta manera tan salvaje e inhumana, debemos afrontar, sin rodeos, las verdaderas causas. Mientras a rezar. ¡Cuídate amigo!
Las carreteras de la región de Tánger–Tetuán siguen sin cesar provocando muertes sin piedad brutalmente. Las cifras de los balances se parecen a las de una guerra. A diestro y siniestro los conductores, y los ciudadanos de a pie, ven truncadas sus vidas en medio de estas sangrientas carreteras por graves accidentes de trafico.
La escalada vertiginosa de fallecidos por accidentes de tráfico está declarada. Las tragedias en la carretera ponen patas arriba a los contados hospitales que no dan abasto, desbordados, no pueden responder eficazmente a este aumento progresivo. Se comenta por allí que los verdaderos culpables son los puntos negros de las vías, y que sólo falta contabilizarlos para proceder a intervenir. ¡Qué paradoja!
Señalar a los responsables sería como la fábula de quien fue primero el huevo o la gallina. Sería como empezar a culpar a los propios desgraciados, misión imposible porque no están allí están muertos, o a la propia fatalidad de los accidentes, eso es de torpes o mejor dicho es, simplemente, hacer el tonto. Yo entiendo que se debe señalar a los responsables de las rotondas siniestras que provocan las maniobras violentas, a los responsables de las curvas sorprendentes, a los de la iluminación insuficiente, a los de las vías estrechas y desniveladas, a los de la mala calidad del asfalto, a los responsables de los malos conductores con sus excesos de velocidad y con su incumplimiento de las indicaciones, a los responsables del mal estado de la señalización, a los que permiten la circulación de los coches en mal estado, a los que no impiden las sobrecargas en los vehículos y furgonetas, a los responsables de la invasión de las carreteras por los transeúntes, etc. Igualmente entiendo que también se deben señalar a los responsables del balance, con una tendencia ascendente de números rojos, de multitud de vidas extirpadas y de miles de mutilados destrozados. Suma y sigue.
No basta solo con las comisiones de investigación, con las campañas de sensibilización, con los mensajes de los medios de comunicación oficiales o con los controles y las medidas correctivas. No basta con los programas de prevención y con los discursos oficiales, y no basta con las promociones de nuevos proyectos. ¡Hasta aquí hemos llegado! Tenemos que seguir conviviendo, a tiempo real, con nuestras carreteras, se trata de mantener las que tenemos y construir, al mismo tiempo, otras más fiables y más seguras, pero procurando sin ningún tipo de peros resolver y depurar nuestras irresponsabilidades. Debemos combatir esta plaga de inseguridad vial y, si queremos dejar de contar los muertos de esta manera tan salvaje e inhumana, debemos afrontar, sin rodeos, las verdaderas causas. Mientras a rezar. ¡Cuídate amigo!
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Le agradecemos de antemano su aportación.