El Alminar de la Mezquita de Málaga: Abdellatif Bouziane.tangerexpress.
La educación para la convivencia, proyectada hacia el futuro, es uno de los aspectos, a menudo él más ausente y olvidado, en nuestra sociedad de hoy. Buena parte de los fundamentos teóricos, sociales e históricos de nuestros pueblos se han esfumado de un plumazo. Sólo quedan recuerdos y celebraciones que intentan recuperar la memoria histórica de ocho siglos y de un pasado de esplendor donde disfrutamos de una de las sociedades más avanzadas de su tiempo.
Actualmente, se están acumulando evocaciones, actividades artísticas, actos culturales y experiencias, entrelazadas entre sí, como si se tratase de descifrar secretos ocultos en un laberinto. Sí, son abundantes los recuerdos. Son recuerdos de nuestros queridos antepasados, mencionando a unos u otros, a fulanito o menganito. Lo bueno o lo malo, los momentos de gozo o la iluminación de los señores de la sabiduría,... Podemos, orgullosamente, afirmar que la historia de España es el resultado de los encontronazos de armonías y desencajes de la larga convivencia de tres culturas: cristianos, árabes y judíos. Se trataba de una ¿convivencia o co-existencia? Durante siglos sus rumbos estuvieron ligados con imperfecciones, pero hubo momentos considerablemente largos de entendimiento, de cooperación y de comprensión mutua.
Quiero resaltar, una vez más, el recuerdo de aquel Tánger que ha perdurado en la mente de todos aquellos que nacieron y se criaron en dicha ciudad como una especie de paradigma ideal de educación, hereditario, de buenos modales, de respeto y de convivencia. Era una ciudad cosmopolita, tolerante, pacifista, integradora, abierta al dialogo e intercultural. Pienso que el recuerdo de aquel Tánger, como emblema de la plural convivencia, puede servir como un humilde ejemplo de este manifiesto.
Llevar a cabo el proceso de la integración de nuestros paisanos y compatriotas con los autóctonos debe pasar por la construcción y el equipamiento de una educación permanente en el tiempo, en el conocimiento de nuestra historia y de nuestro mutuo pasado. La enseñanza debe ser el medio comunicativo por excelencia por parte de todos los órganos, tanto gubernamentales como institucionales, de los dos bandos. Y, al mismo tiempo, debe ser la base para el fomento, elementalmente sin alarmismos, de las nuevas tendencias y situaciones emergentes en el amplio sentido social, económico y cultural. Me refiero tanto a la educación infantil, como a la primaria y secundaria... Hace falta enseñar a distinguir los derechos humanos, a asimilar la recíproca integración, a concebir el antirracismo, a entender la convivencia pacífica y el entendimiento de todas las culturas que nos rodean. Lo que se puede llamar la co-existencia de diferentes culturas.
A lo largo y ancho de nuestras tierras, se palpa que se mantienen vivas multitud de manifestaciones culturales vinculadas a nuestra inolvidable memoria histórica. Afortunadamente, en estos tiempos que vivimos, la globalización económica, social e informativa de las nuevas redes universales de comunicación ha impulsado la creación de nuevos canales de contacto y ha posibilitado el reencuentro. La mayoría de los inmigrantes, actualmente, se encuentran en una penosa situación social, jurídica, económica y cultural. Se sienten perseguidos por la legislación y están inquietos temiendo convertirse en objetivo de brotes xenófobos alimentados por la carencia de educación e información. Nos toca, o tal vez nos tocará, vivir de nuevo un momento histórico. La ubicación es la misma: receptores de corrientes migratorias. Es una cuestión trascendental. Debemos informar, comunicar, y ante todo dar, o mejor dicho proporcionar, a todos los contrincantes una razonada educación de la convivencia histórica de aquellas tres culturas, tanto en España como en Marruecos.
Actualmente, se están acumulando evocaciones, actividades artísticas, actos culturales y experiencias, entrelazadas entre sí, como si se tratase de descifrar secretos ocultos en un laberinto. Sí, son abundantes los recuerdos. Son recuerdos de nuestros queridos antepasados, mencionando a unos u otros, a fulanito o menganito. Lo bueno o lo malo, los momentos de gozo o la iluminación de los señores de la sabiduría,... Podemos, orgullosamente, afirmar que la historia de España es el resultado de los encontronazos de armonías y desencajes de la larga convivencia de tres culturas: cristianos, árabes y judíos. Se trataba de una ¿convivencia o co-existencia? Durante siglos sus rumbos estuvieron ligados con imperfecciones, pero hubo momentos considerablemente largos de entendimiento, de cooperación y de comprensión mutua.
Quiero resaltar, una vez más, el recuerdo de aquel Tánger que ha perdurado en la mente de todos aquellos que nacieron y se criaron en dicha ciudad como una especie de paradigma ideal de educación, hereditario, de buenos modales, de respeto y de convivencia. Era una ciudad cosmopolita, tolerante, pacifista, integradora, abierta al dialogo e intercultural. Pienso que el recuerdo de aquel Tánger, como emblema de la plural convivencia, puede servir como un humilde ejemplo de este manifiesto.
Llevar a cabo el proceso de la integración de nuestros paisanos y compatriotas con los autóctonos debe pasar por la construcción y el equipamiento de una educación permanente en el tiempo, en el conocimiento de nuestra historia y de nuestro mutuo pasado. La enseñanza debe ser el medio comunicativo por excelencia por parte de todos los órganos, tanto gubernamentales como institucionales, de los dos bandos. Y, al mismo tiempo, debe ser la base para el fomento, elementalmente sin alarmismos, de las nuevas tendencias y situaciones emergentes en el amplio sentido social, económico y cultural. Me refiero tanto a la educación infantil, como a la primaria y secundaria... Hace falta enseñar a distinguir los derechos humanos, a asimilar la recíproca integración, a concebir el antirracismo, a entender la convivencia pacífica y el entendimiento de todas las culturas que nos rodean. Lo que se puede llamar la co-existencia de diferentes culturas.
A lo largo y ancho de nuestras tierras, se palpa que se mantienen vivas multitud de manifestaciones culturales vinculadas a nuestra inolvidable memoria histórica. Afortunadamente, en estos tiempos que vivimos, la globalización económica, social e informativa de las nuevas redes universales de comunicación ha impulsado la creación de nuevos canales de contacto y ha posibilitado el reencuentro. La mayoría de los inmigrantes, actualmente, se encuentran en una penosa situación social, jurídica, económica y cultural. Se sienten perseguidos por la legislación y están inquietos temiendo convertirse en objetivo de brotes xenófobos alimentados por la carencia de educación e información. Nos toca, o tal vez nos tocará, vivir de nuevo un momento histórico. La ubicación es la misma: receptores de corrientes migratorias. Es una cuestión trascendental. Debemos informar, comunicar, y ante todo dar, o mejor dicho proporcionar, a todos los contrincantes una razonada educación de la convivencia histórica de aquellas tres culturas, tanto en España como en Marruecos.
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